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Los efectos de un torpedo - El Ark Royal Los efectos por el impacto de un torpedo son gravísimos y un solo impacto, en la inmensa mayoría de los casos, puede enviar a un buque normal al fondo del mar. En casos de mucha suerte puede enviar también a un buque de guerra, aunque por lo general tienen un mayor espesor y una mejor calidad en sus planchas del casco. Los boquetes de un torpedo en buques normales son de grandes dimensiones. Las vías de agua hechas por un torpedo producen grandes inundaciones, que por lo general acaban con el hundimiento a medio plazo del buque atacado. En determinados casos parten a su víctima por la mitad con el inmediato e irremediable hundimiento. Esto suele ocurrir en buques excesivamente cargados, cuando dicho impacto se produce en algún lugar donde la estructura es algo más débil, o está sujeta a altas presiones y tensiones por efecto de la carga. También ocurre en buques de bajo tonelaje debido principalmente al agua embarcada. Un ejemplo de los efectos de un torpedo lo tenemos en el portaaviones británico Ark Royal que resultó hundido por un solo torpedo en una acción afortunada del submarino alemán U-81 del tipo VII-C. "The Ark", como era conocido en la Royal Navy, tuvo una vida corta y cuando fue hundido le faltaban 2 días para cumplir el tercer año. Había sido construido en los astilleros Commel Laird en Brikenhead y entrado en servicio el 16 de noviembre de 1938 y su más destacada acción fue la participación de sus aviones Swordfish en el hundimiento del Bismarck el 27 de mayo de 1941. En aquellos días tuvo la fortuna de ser avistado por un submarino alemán, el cual no pudo atacarle por haber terminado su dotación de torpedos. Como buque integrante de la Fuerza H en el Mediterráneo y con base en Gibraltar participó en un buen número de misiones de apoyo a la isla de Malta. El 14 de noviembre de 1941, (casi 6 meses después del hundimiento del Bismarck) el Ark Royal fue avistado por el U-81. El submarino alemán lanzó un solo torpedo, que haría el daño suficiente como para provocar el hundimiento del portaaviones británico. Dicho torpedo fue lanzado a una profundidad tal, que evitó el sistema de compartimentación y el blindaje de la cintura, haciendo un enorme boquete de 40 metros de largo y 9 de ancho en el costado de estribor a la altura de los pantoques afectando a la sala de calderas. La ubicación de las salas de calderas y sus conductos de humos que las unían (esto permitía que se inundaran todas con una escora de más de 10º) hizo que el portaaviones quedara sentenciado y tras 14 horas dio la vuelta y se hundió cerca de su base, Gibraltar. Resulta evidente que los torpedos resultaron ser un arma temible contra la que poco había que hacer, ya que sus efectos solían ser lo suficientemente serios como para inutilizar en el mejor de los casos, y durante algunos meses, a las unidades mejor protegidas por su propio blindaje de las diferentes armadas.
Mediavilla |
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