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Casos de Estudio 002: Operación "MI" Batalla de Midway 4 de junio de 1942, 1ª Flota Aérea Japonesa Amanecía despejado sobre la 1ª Flota Aérea de Nagumo, eran las 0430 de la madrugada y los 108 aviones sobre las cubiertas de vuelo de los cuatro Kokubokan calentaban sus motores. Despegaron desde el Akagi 9 “Zeros” y 18 “Vals” (uno de ellos debió regresar después del despegue por un fallo en el motor), desde el Kaga lo hicieron otros tantos aviones; desde el Soryu y el Hiryu despegaron también 9 “Zeros” y 18 “Kates” de cada uno de ellos. El mando de los cazas de cobertura lo ostentaba el Teniente de Navío Masaharu Suginami del Soryu, los “Vals” estaban al mando del Teniente de Navío Shoichi Ogawa del Kaga, el mando de los “Kate” y de la expedición estaba a cargo del Teniente de Navío Joichi Tomonaga del Hiryu. Los tres comandantes eran novatos en el Pacífico, pero ya habían participado en la guerra en China. Nagumo había decidido que este primer ataque lo llevasen a cabo los jóvenes reemplazos, pues pensó que sería un buen bautismo de fuego y que podrían hacerlo tan bien como los veteranos de 6 meses de guerra que quedaron a bordo para atacar a cualquier fuerza de superficie que los aviones de exploración localizasen. Esta exploración la realizarían los hidros embarcados en los cruceros de batalla y cruceros pesados y también torpederos “Kate” de los portaaviones Akagi y Kaga. Desgraciadamente en el crucero pesado Tone se produjo una avería después del lanzamiento del primer hidro y Hiroshi Amari debió permanecer a bordo de su “Pete” hasta las 0500 en que pudo ser lanzado. Así y todo la búsqueda japonesa no fue como las otras veces tan meticulosa, en palabras de Genda fue “descuidada y lenta”, solamente la realizaron los mínimos aviones necesarios, desde el Akagi a las 0430 y luego desde el Kaga a las 0500 despegaron sendos “Kate” para explorar por el sur. Previo al despegue de los aviones de Tomonaga fueron izados sobre la cubierta de vuelo de los 4 Kokubokan los “Zeros” de la CAP; Akagi: 3 A6M2, Kaga: 2 A6M2, Soryu: 3 A6M2 y del Hiryu: 3 A6M2; En total 11 aviones. Volvamos unos instantes con Hiroshi Amari, este veterano cometió una serie de errores que influyeron en las decisiones posteriores de Nagumo, ya que sorprendido de que hubiesen buques estadounidenses cerca de Midway quedó dubitativo y desconcertado y no supo reaccionar eficazmente. El piloto del “Pete” cometió un pequeño error al trazar el curso de su búsqueda, lo cual le llevó sobre la TF-17 de Fletcher. Después de forma torpe y descuidada comunicó el avistamiento sin precisar los buques avistados y extrañamente tardó casi una hora en poder realizar una identificación completa de la formación. Los hidros de patrulla estadounidenses PBY-5 “Catalina” descubrieron a las 0530 los portaaviones de Nagumo, y uno de ellos detectado por los japoneses tuvo que ocultarse entre la nubes para poder despistarles, perseguido por la artillería antiaérea y los “Zeros” de la CAP, por lo que hasta las 0552 no pudo realizar un segundo informe más exhaustivo sobre la formación y dirección de Nagumo. Cuando el PBY-5 fue descubierto fueron lanzados más “Zeros” como refuerzo: Akagi: 3, Hiryu: 3, en total 6 cazas más. A las 0620 Tomonaga fue interceptado por los obsoletos “Búfalo” y los inferiores ”Wildcats”, manejados por los Infantes de Marina del VMF 221. Rápidamente fueron barridos del aire y hacia las 0630 empezó el bombardeo de las Islas Sand y Eastern. A las 0700 se produjo el primer chispazo que desencadenó la tragedia: Tomonaga solicitó por radio un segundo ataque pues las pistas no estaban destruidas y podían servir para preparar nuevos ataques. Ignoraban tanto él como Nagumo que todos los aviones de Midway se encontraban volando hacia la 1ª Flota Aérea, y que unas horas más tarde serían prácticamente barridos del cielo uno a uno. Cuando los aviones de Tomonaga fueron detectados a unas 90 millas de Midway por el radar, todo cuanto avión había disponible fue enviado a atacar los portaaviones japoneses. Además, 4 B-26 armados con torpedos y que se dirigían a atacar a la fuerza anfibia de Tanaka, descubierta la tarde del 3 de junio, también recibieron órdenes de cambiar de rumbo y atacar a los portaaviones enemigos. Así pues ya no quedaba nada en Midway que supusiera una amenaza para Nagumo y sus portaaviones, y en los 4 Kokubokanes se encontraban los mejores pilotos de la 1ª Flota Aérea; en el Akagi habían 18 “Kates” con torpedos y 9 “Zeros” preparados para atacar a una supuesta formación de superficie estadounidense; en el Kaga se encontraban un número idéntico de aviones; en el Hiryu y Soryu se encontraban 18 “Vals” equipados con bombas y 9 “Zeros” en cada uno de ellos. Todos estos aviones estaban tripulados y comandados por los mejores pilotos navales del mundo: los 36 “Vals” y toda la segunda ola de ataque estaban al mando del Capitán de Corbeta Takashige Egusa del Soryu, el mejor bombardero en picado de la Flota Japonesa; Los 36 “Kate” estaban al mando del Capitán de Corbeta Shigeharu Murata del Akagi; y los 36 “Zeros” al mando del Capitán de Corbeta Shigeru Itaya del Akagi. Cuándo se recibió a bordo del Akagi , a las 0700, la petición de Tomonaga, se desencadenó un pequeño torbellino de emociones, ¿acaso Tomonaga había sufrido graves bajas que le habían imposibilitado cumplir su misión?, ¿los jóvenes pilotos elegidos habían fracasado en su cometido? Kusaka reprendió a su superior por la desacertada elección de los pilotos para tan importante misión y urgió a Nagumo que enviase la segunda oleada solicitada. A su vez Nagumo también reprendió a Kusaka por haberle recomendado preparar inmediatamente después de la partida de Tomonaga, la segunda fuerza de ataque para una acción en el mar. Nagumo no quiso lanzar en ese momento a los bombarderos del Soryu e Hiryu hacia Midway sin el acompañamiento de los “Kates”. Dudaba que hacer, y Yamaguchi le comunicó que estaba preparado para hacer los lanzamientos, justo en aquel momento, las 0707, se dio la voz de alarma, una formación de aviones estadounidenses se aproximaba a ellos. Eran los 6 TBF-1 del VT-8 de Midway y los 4 B-26 del 7º Destacamento de la USAAF, sin acompañamiento de cazas fueron rápidamente barridos del aire. La CAP japonesa había sido enormemente reforzada y en los cuatro portaaviones tan solo quedaban 7 cazas. Incluso el Akagi había puesto en el aire 3 cazas del 6º AG reservados para Midway, fueron los únicos de este grupo aéreo que vieron acción en la batalla. En este ataque solo se salvaron 1 TBF-1 y 2 B-26, el torpedero llegó en tan mal estado que una vez en tierra no volvería a volar nunca. El valiente pero ineficaz ataque no fue tan inútil como se pensó, pues desencadenó el desastre. Nagumo tomó la resolución de atender la petición de Tomonaga, ordenó cambiar los torpedos de los “Kates” del Akagi y Kaga por bombas y prepararlos para enviarlos sobre Midway. Esta precipitada decisión selló el destino de la 1ª Flota Aérea ni siquiera quiso esperar a que la búsqueda aérea realizase todo el viaje de ida para preparar el segundo ataque sobre Midway. A las 0728 Hiroshi Amari, indicativo de llamada Tone-4, rompió su silencio de radio para informar de la presencia de 10 buques a 200 millas de la 1ª Flota Aérea. Aquello cayó como una bomba en el puente del Akagi. Nagumo ordenó al hidro que realizase una apreciación más precisa sobre la identificación de los buques, pero no ordenó parar el rearme. En aquel momento esa decisión podría haber cambiado el curso de la historia pues eran pocos los aviones que habían sido rearmados. Recién a las 0745 ordenó parar el rearme, cuando ya tenía cerca de la mitad de los aviones rearmados, y mientras esperaba el resultado de la identificación de los buques una nueva oleada de aviones estadounidenses se lanzaba al ataque.
A las 0825 los 11 “Vindicators” del VMSB-241 empezaron el ataque a la 1ª Flota Aérea. Los “Zeros” de la CAP fueron reforzados por los que quedaban a bordo de los 4 portaaviones y los obsoletos SB2-U tuvieron que arrojar sus bombas sobre el Haruna sin consecuencias y perdieron 4 aparatos. Fue el canto del cisne de Midway, a las 0830 los destructores de vanguardia informaron que un gran grupo de aviones se aproximaban y empezaron a abrir fuego contra ellos, eran los aparatos de Tomonaga que regresaban. Nagumo quería atacar cuanto antes al portaaviones enemigo, pero tenía a la mitad de sus torpederos armados con bombas y los cazas de protección estaba en el aire casi sin munición. Yamaguchi urgía a su superior que ordenara el lanzamiento de los aparatos tal como estaban, pero Nagumo no quería enviarlos al ataque sin la protección de cazas, pues serían aniquilados como habían hecho ellos mismos con los estadounidenses. Quería hacer aterrizar a los “Zeros”, rearmarlos y repostarlos para enviarlos al ataque, mientras los aviones de Tomonaga orbitarían sobre sus cabezas. Se informó de esa situación a Tomonaga y Yamaguchi, pero el primero puso en conocimiento que muchos de sus aviones tenían daños y estaban casi secos los depósitos y que no aguantarían mucho más en el aire. Genda presionó a Nagumo para que pospusiera el ataque e hiciera aterrizar a los aviones que llegaban, mientras que Yamaguchi le hacía saber que sobre sus cubiertas tenia 36 “Vals” armados y listos para despegar y aceptaba la responsabilidad del ataque de sus aviones. En aquel momento Nagumo se encontraba atenazado entre dos opciones, si enviaba a los aviones de Yamaguchi sin protección al ataque ¿serían aniquilados inútilmente?, si hacía aterrizar a los aviones de Tomonaga ¿aparecerían de improviso los aparatos del portaaviones enemigo?, de repente cesó en sus vacilaciones y dio la orden a Yamaguchi de despejar las cubiertas de vuelo de sus portaaviones y que los aparatos que volvían empezaran a aterrizar. Eran casi las 0900, se había perdido una hora preciosa de tiempo. Tomonaga fue el último en aterrizar e inmediatamente Nagumo ordenó aumentar la velocidad y dirigirse hacia el portaaviones enemigo. Mientras tanto se procedía a rearmar y repostar a los aviones recién anaveados. Cuando estuviesen listos todos los aparatos serían lanzados contra el portaaviones enemigo. Nagumo seguía con la táctica de emplear a todos los portaaviones en el mismo cometido. Parecía que ignoraba que contaba con 36 “Vals” listos para el combate y que la mitad de sus torpederos aun portaban los torpedos. Era el momento de hacer aterrizar a los “Zeros” de la CAP y prepararlos para el ataque. Nagumo podría haber tenido una fuerza aproximada de 72 aviones listos para el ataque en menos de 30 minutos, pero su decisión le llevaría a posponer el tan URGENTE ataque que había decidido anteriormente más de 1 hora, incomprensible pues podía lanzar los restantes aparatos enseguida que estuviesen preparados. Los armeros del Akagi y Kaga estaban a punto de desfallecer, por causa de las irreflexivas órdenes y contraórdenes de Nagumo llevaban más de 2 horas cambiando torpedos por bombas y a la inversa y ahora, debían rearmar los aparatos recién llegados y tenerlos listos lo antes posible. Las pesadas bombas de 800 Kgs para el ataque a tierra fueron descuidadamente apiladas en los costados de los hangares por falta de tiempo para llevarlas a los más seguros pañoles. Esta negligencia destruiría el Akagi y el Kaga más que los impactos de las bombas estadounidenses. La agrupación japonesa se dirigía hacia el solitario portaaviones estadounidense, para lo cual cambió de rumbo e hizo que una parte de los aviones estadounidenses lanzados contra ellos no los localizase y realizaran búsquedas hacia direcciones erróneas, pero no todos. Eran aproximadamente las 0920 cuando sobre las cubiertas de vuelo de los portaaviones de Nagumo empezaron a izarse los aviones para enviarlos contra el USS Yorktown. 18 A6M2 sobrevolaban los portaaviones en función de CAP, de repente desde el Chikuma se dio la voz de alarma, se acercaban torpederos estadounidenses que eran el VT-8 del USS Hornet del Capitán de Corbeta Waldron. Rápidamente despegaron los A6M2 preparados para reforzar la CAP pues esta vez identificaron dos formaciones de torpederos. El personal de cubierta procedió a retirar los aviones de cubierta para facilitar el apontaje y despegue de los cazas durante el combate. Los marinos japoneses quedaron maravillados por la acción de Waldron, quien sin protección de cazas realizaba un ataque clásico de los Samuráis, una carga suicida a pecho descubierto. Fueron masacrados tanto por la CAP como por la artillería antiaérea. Sólo el Alférez George Gay sobrevivió y fue mudo testigo de lo que en pocos minutos acontecería a su alrededor.
A las 1010 aparecieron los torpederos del VT-3 del USS Yorktown al mando del Capitán de Corbeta Massey, quien llegaba escoltado por 6 F4F también del USS Yorktown al mando del Capitán de Corbeta Thach. Rápidamente desde los portaaviones japoneses despegaron los “Zeros” repostados para interceptar tanto a los torpederos como los cazas. Los hombres de Massey eligieron los Hiryu y Kaga como objetivos, pero perseguidos por los “Zeros” y los disparos de la artillería antiaérea eran masacrados uno tras otro y tan solo sobrevivirían 2 aviones, los 5 torpedos que lanzaron pasaron muy desviados de sus objetivos. Fujita a mala hora pasó junto al Kaga persiguiendo un torpedero y de repente los disparos que iban dirigidos contra el torpedero encontraron su avión. Envuelto en llamas se precipitó contra el mar salvando milagrosamente su vida. Aquella tarde sería descubierto por un destructor que guardaba los portaaviones llameantes y sería recogido. Tras esta última carga suicida todo parecía ir bastante bien: ya se llevaban derribados 75 aviones estadounidenses y los portaaviones permanecían ilesos. A bordo de todos los buques de la agrupación de Nagumo se respiraba una atmósfera eufórica, todo lo que enviaba el enemigo era destruido, pero el desastre estaba a punto de desatarse. La agrupación japonesa era poderosísima en efectivos y hombres, contaba con los mejores pilotos del mundo y los mejores aparatos y estos parecían por si mismos el mejor escudo contra el adversario, pero........., si había un pero. Esta poderosa agrupación era huérfana de radares y por lo tanto era un tigre ciego, con todos los ojos puestos en la batalla que se desarrollaba a su alrededor y los “Zeros” volando a ras de agua casi sin munición, nadie vigilaba sobre sus cabezas. El Akagi acababa de recibir 6 “Zeros” buscando combustible y munición, se intentaba reorganizar la CAP para que volviera a su altitud de servicio, los restantes portaaviones japoneses se estaban preparando para recibir algunos cazas para repostarlos y alistarlos para enviar al ataque del USS Yorktown. Nagumo estaba dando la orden de volver a alistar la fuerza de ataque y lanzarla en cuanto estuviera ubicada sobre las cubiertas de vuelo, cuando llegó el desastre. Dos formaciones de los letales “Dauntless” aproximándose por vectores distintos llegaron sobre la agrupación japonesa. Asombrados por la falta de protección aérea y apesadumbrados por que desde su atalaya privilegiada veían el sacrificio de los torpederos de Massey. El VB-3 del USS Yorktown al mando del Capitán de Corbeta Leslie se había aproximado por un rumbo directo siguiendo la estela de Massey y Thach. Durante el trayecto y durante el armado del sistema de lanzamiento eléctrico, algunos aviones habían sufrido cortocircuitos y habían soltado sus bombas en el vacío océano. El del propio Leslie se había quedado sin ella. Aun así se lanzó al ataque del Soryu sin bombas para poder dar la oportunidad a los que si las tenían. El Soryu recibió el zarpazo de tres bombas pasadas las 1025 que devastaron por completo el portaaviones; fueron tales los daños que a los 20 minutos sufrió una explosión que provocó que decenas de hombres fueron arrojados por la borda y menos de 30 minutos después del ataque el portaaviones ardía desde el castillo de proa hasta la cubierta de botes a popa. Era tal la temperatura interior que el metal se retorcía. Sin propulsión ni gobierno el capitán del Soryu, Yanagimoto, ordenó su abandono pero 718 de sus tripulantes no lo pudieron hacer y su capitán, debido quizás a un erróneo sentido del deber no quiso abandonarles en su último viaje y se hundió con ellos a las 1930 aferrando su inseparable katana. Al mismo tiempo que Leslie se lanzaba al ataque contra el Soryu, llegaron los “Dauntless” del Capitán de Corbeta McKlusky. Eran los VB-6 del USS Enterprise, quienes siguiendo la débil estela del destructor Arashi descubrieron los portaaviones de Nagumo que se defendían del último ataque torpedero. Vieron ante si a los inmensos Akagi y Kaga que maniobraban para recuperar su posición en la formación y sin esperar ni un minuto se lanzaron contra ellos. Desde el Akagi puesto contra el viento iba a despegar el primer “Zero” de los 6 que tenía en la cubierta de vuelo cuando se dio la voz de alarma. El avión despegó y raudamente se empezaron a realizar maniobras evasivas. La artillería antiaérea empezó a realizar los primeros disparos cuando enormes columnas de agua se levantaban alrededor del buque insignia. Los primeros lanzamientos fallaron por poco pero de forma consecutiva 2 artefactos perforaron la delgada cubierta de vuelo y estallaron entre los aviones estacionados en el hangar repletos de combustible y explosivos. El ascensor de popa saltó fuera de sus ejes debido a las explosiones y cayó en el fondo de su pozo. Miles de litros de gasolina ardiendo empezaron a lamer las cabezas de combate de las bombas y torpedos y lo más terrible, de las bombas retiradas de estos aparatos que no habían sido arriadas a los pañoles. Un enorme pandemonium se apoderó del buque insignia, las explosiones diezmaban la dotación que trataba de controlar los incendios y estos rápidamente se extendieron a los niveles inferiores del buque. En el puente el Almirante Nagumo medio inconsciente en el suelo fue levantado y ayudado a trasbordar al crucero ligero Nagara, mirando a su derredor vio a tres de los cuatro portaaviones ardiendo y eran los incendios de tal magnitud que no había dudas de que se hundirían sin remedio. Desde las salas de máquinas subió el Capitán de Fragata Tampo, jefe de máquinas, indicando al Capitán Aoki que sus hombres morían entre el humo. Se envió un mensajero para ordenar el abandono de las salas de máquinas, pero fue la última vez que se vio al marinero: nadie de la sala de máquinas se salvó. A las 1615 viéndose que no existían esperanzas de salvar el buque se ordenó el abandono. El Capitán Aoki que era de la vieja escuela quiso hundirse con él amarrándose a una ancla pero fue persuadido y abandonó esta decisión. Finalmente Yamamoto tuvo que resignarse y ordenó que se rematara al portaaviones y a las 0350 del 5 de junio se le dispararon varios torpedos desde los destructores de escolta y poco después de las 0400 el Akagi desaparecía en las profundidades del Pacífico. Al mismo tiempo que estos portaaviones eran alcanzados también lo era el Kaga por los aviones de McKlusky. Los aviadores que lo atacaron quedaron impresionados por su gran tamaño. Cuatro impactos consecutivos traspasaron la delgada cubierta de vuelo estallando en su interior, debido al mayor número de aviones que atacaron al Kaga, los impactos pudieron ser mayores. Los pilotos informaron de 10 impactos así que es probable que su número fuera mayor que los 4 reconocidos; Estos pudieron ser enmascarados por las explosiones de los aviones rearmados y reabastecidos que estallaban en su interior. A pesar de los daños sufridos, y de la muerte de todos los que estaban en el puente (por la explosión de un tanque de combustible de proa alcanzado por una de las bombas), el Kaga no parecía estar en un grave peligro. Ante la falta de personal para combatir el fuego -debido a las explosiones internas de aviones y bombas- los aviadores se sumaron a las tareas de extinción, pero inexpertos en esta tarea por si solos no podían salvar al Kaga. Cuando parecía que podía haber esperanzas de salvación, un pequeño camión de combustible que había sobre la cubierta de vuelo estalló derramando su combustible en llamas en el abierto hangar, cayendo sobre las apiladas bombas que estaban en el mismo, provocando su inmediata explosión. Esta vez si que el Kaga quedaba sentenciado, el comandante accidental del Kaga. el Capitán de Fragata Takahisa Amagai ordenó cerca de las 1400 que se preparara la evacuación. Fue entonces cuando desde la cubierta del Kaga se descubrieron las estelas de 3 torpedos, lanzados por el USS Nautilus. Sin gobierno por parte del portaaviones los torpedos no podían ser sorteados, pero por fortuna ninguno hizo explosión y sirvieron de flotador improvisado para algunos náufragos. Finalmente a las 1640 el portaaviones fue abandonado y siguió ardiendo hasta las 1925, cuando dos terribles detonaciones partieron en dos al portaaviones y se hundió. Como hemos podido ver el enorme sacrificio de cerca de 70 aparatos estadounidenses, había conseguido romper la hasta el momento terrible sombrilla protectora de la CAP japonesa formada por los letales A6M2. Los continuos y descoordinados ataques consiguieron un efecto para los que no estaban pensados ni dirigidos: retrasar el lanzamiento de los aviones de Nagumo contra los portaaviones estadounidenses. Así pues cuando los letales “Dauntless” de Leslie y McKlusky llegaron sobre los buques de Nagumo, encontraron a estos sin la sombrilla protectora de los “Zeros” y pudieron realizar su ataque. Continúa en: El fin del USS Yorktown y el HiryuJosé Miguel Fernández Gil |
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