Casos de Estudio 002:

Operación "MI" Batalla de Midway

El camino hacia Midway

Dejemos las consideraciones políticas que arrastraron al Japón hacia la guerra con los EE.UU. y Gran Bretaña para otro tema de estudio, pues en este nos centraremos en las causas que provocaron la precipitación y la derrota de la Teikoku Kaigun (Flota Combinada) en Midway.

Japón se embarcó en esta guerra sin tener unos planes estratégicos a largo plazo, solamente quería tener el control de las materias primas y el petróleo del sudeste asiático, y para ello debían sacar fuera de la contienda a los EE.UU. y Gran Bretaña en un breve plazo de tiempo. Los planes estratégicos no iban más allá de marzo de 1942, cuando si todo iba según lo previsto serían los dueños del sudeste asiático y las flotas EE.UU. y Británica no serían ya un estorbo.

El primer tropiezo serio en sus planes fue el éxito parcial del ataque a Pearl Harbor, donde no se consiguió hundir a ningún portaaviones EE.UU. ni destruir la capacidad de combate del arsenal y astilleros de Oahu. La posterior respuesta de éstos fueron simples picaduras de mosquitos, y la primer batalla de portaaviones del Pacífico se podría haber dado hacia el 22 de diciembre, cuando el comandante del Pacífico occidental, Almirante Pye, ordenó a Fletcher enfrentarse a las fuerzas anfibias japonesas en Wake. Al saber Pye que estaban los portaaviones de Yamaguchi en la zona apoyando a las fuerzas japonesas, canceló la operación y ordenó el regreso de todas las fuerzas a la seguridad de Pearl Harbor. Ciego de ira Knox le pidió consejo a Churchill en Washington unos días después, cuando éste se encontraba en Washington para preparar el primer plan conjunto de la guerra, pero hábilmente el Primer Ministro Británico eludió dar una respuesta concreta y se lavó las manos, ¿quién era él para decir a los EE.UU. cómo tratar a sus Almirantes?.

La primera victoria de los EE.UU. en la guerra que acababa de comenzar no se dio en ningún campo de batalla “convencional”, sino según la versión “oficial” en un oscuro despacho de Washington cuando a finales de enero de 1942, un desconocido coronel y su equipo consiguieron romper las claves navales japonesas. Desde ese momento y hasta el asesinato de Yamamoto en abril de 1943, los EE.UU. sabrían casi al mismo tiempo que los mandos japoneses los planes de las futuras batallas.


Almirante Osami Nagano

A pesar de las fulgurantes y rápidas victorias japonesas en el sudeste Asiático y las Indias Holandesas, que parecían dar la razón a aquellos que predijeron una campaña breve y radiante, algunos se preguntaban en la soledad de sus despachos en Japón sobre el futuro inmediato de la guerra.

El Contraalmirante Matome Ugaki, jefe del Estado Mayor de la Flota Combinada, escribía en su diario el 1º de Enero de 1942: “Todo se desarrolla correctamente y según lo planeado pero, ¿qué vendrá después?”; Como vemos casi ningún alto mando japonés tenía claro que hacer después de ejecutar la primera fase de la campaña. El Almirante Yamamoto era partidario de seguir presionando a los EE.UU., para provocar una respuesta donde él eligiese y acabar con lo que empezaron en Pearl Harbor: destruir los portaaviones de los EE.UU. Pero el jefe superior de Yamamoto, el Jefe del Estado Mayor de la Armada Imperial Almirante Osami Nagano, y su Estado Mayor preferían mantenerse en sus nuevos dominios y esperar los próximos movimientos de los EE.UU.

La culpa de todo esto residía en la ineficacia del Cuartel General Imperial, órgano constituido por el Ejército y la Armada. El antagonismo mutuo de ambos Estados Mayores impidió ponerse de acuerdo en ninguna estrategia clara a seguir, después de haber obtenido los recursos naturales imprescindibles para continuar su guerra en China. Después del “éxito” obtenido por el plan de Yamamoto de atacar la Flota EE.UU. del Pacífico en las Hawai, éste había aumentado tanto su prestigio que llegó a usurpar el papel de Nagano al frente de la Armada Imperial. Yamamoto tenía una opinión negativa de su superior, lo consideraba débil de carácter. Nagano cada vez más se auto excluía de la planificación de las operaciones de la Flota y delegaba con mayor frecuencia esas tareas a los jóvenes oficiales del departamento de planificación y operaciones al mando del Contraalmirante Fukudome. Es por ello que Yamamoto asumió para sí y su Estado Mayor el papel de planificación de las operaciones que correspondía por entero a Nagano y su Estado Mayor.

A pesar de este predominio del Estado Mayor de Yamamoto, el Estado Mayor Naval no aceptaba de buen grado las resoluciones que provenían de los hombres de Ugaki, aún quedaban mentes fértiles y activas, pero sus intentos de hacerse prevalecer sobre los hombres de Yamamoto fueron fútiles y poco a poco se apagaron. No todo era concordia en el Estado Mayor de Yamamoto, las rápidas y fulgurantes victorias de las armas japonesas crearon un clima tan dañino en el seno de la Armada, como el contrario que se había asentado en la de los EE.UU. El llamado “mal de victoria” había calado tan hondo en las mentes de los marinos japoneses, que despreciaban y subestimaban la auténtica capacidad de lucha de los Aliados, por lo que los nuevos planes estratégicos para la segunda fase de la campaña eran tan ambiciosos que desembocaron en su derrota.

El propio Estado Mayor de Yamamoto estaba dividido, lo único que tenían en común era que la inactividad de la Teikoku Kaigun resultaría un desperdicio. El 24 de enero de 1942 el Contraalmirante Ugaki planteó los nuevos planes ofensivos para la segunda mitad del año. La Teikoku Kaigun tomaría las islas de Midway, Johnston y Palmira para preparar las bases adelantadas en el futuro asalto a las Hawai. Por su parte el Jefe de Operaciones de la Teikoku Kaigun, Capitán Kuroshima, proponía seguir hacia el oeste invadiendo el océano Indico y conquistando Ceilán (Sri Lanka), de esta manera acabarían con la Eastern Fleet Británica y amenazarían el trafico marítimo con la India. Estos planes quedaron descartados porque el Ejército Imperial no quiso contribuir con más tropas en los planes de la Armada y tanto la invasión de Ceilán como la de las Hawai necesitaban el aporte de mas divisiones del Ejército, el cual no quiso desplazar tropas de Manchuria durante toda la contienda aduciendo el probable ataque de la URSS a Manchuria, a repetición de lo ocurrido en 1939. Este planteamiento del Ejército Imperial poniendo trabas a los planes de la Armada trabajó a favor de los EE.UU., pues la Marina adoptó unos planes muy ambiciosos dividiendo sus fuerzas y realizándolos al mismo tiempo para desconcertar a los estrategas EE.UU. y evitar que estos acumulasen todo su potencial en un solo punto (teniendo la probabilidad de vencer), pero como sabemos no iban a dar resultado, pues conociendo los estrategas de los EE.UU. los auténticos planes sobre los diversivos, solo responderían a las auténticas amenazas y no tratarían de correr detrás de la Flota Nipona por todo el Pacífico dividiendo sus escasos recursos y con toda probabilidad siendo derrotados en todos los combates.

Finalmente a mediados de marzo de 1942, Yamamoto dio su parecer sobre los nuevos planes a seguir hasta mediados de 1942: enviaría a los portaaviones de Nagumo al Indico para combatir a la Eastern Fleet Británica, y se completaría la línea defensiva del sur (Nueva Guinea, las Bismarck y las Salomón). La segunda fase comenzaría en junio de 1942 con la conquista de Midway y las Aleutianas occidentales. Yamamoto suponía que haciéndose con los territorios del sur podría jugar con el miedo de Británicos y Australianos, pues éstos viendo al Japón en sus mismos patios presionarían a los EE.UU. para que aceptasen sentarse en la mesa de negociaciones con el Japón, so pena de verse solos en la lucha del Pacífico. Y si los EE.UU. veían su base de las Hawai aislada y amenazada, su Flota del Pacífico aniquilada y una acumulación grave de derrota tras derrota, el pueblo EE.UU. pediría a su nación que detuviera esa inútil sangría. Yamamoto pensaba que su prestigio en Japón podría servir para moderar las pretensiones del Gabinete de Tojo para que las negociaciones no fuesen muy humillantes para los EE.UU. y así ver una probabilidad de paz. Lo que Yamamoto no sabía o no acababa de comprender totalmente era que, el pueblo y el Gobierno de los EE.UU. habían adoptado la resolución de vencer a cualquier precio y tan solo destruyendo la capacidad combativa de los EE.UU., tarea imposible para el Japón, estos últimos podrían vencer.

En enero de 1942 las 1ª y 5ª Divisiones de Portaaviones ataca las Bismarck y apoya las operaciones en Nueva Guinea y Rabaul, en febrero es atacada Australia (Port Darwin) y finalmente el 26 de marzo parten los portaaviones de Nagumo (excepto el Kaga, que encalla con una aguja de coral en Palau el 9 de febrero y es enviado a Sasebo para reparaciones el 15 de marzo de 1942) para las operaciones en el Indico. Estos buques salen de Kendari en la paradisíaca bahía de Staring en la isla de Célebes (actual Sulawesi). Son atacadas las bases de Colombo y Trincomalee en Ceylan. En el Indico son hundidos entre otros buques el portaaviones Británico Hermes y los cruceros pesados Cornwall y Dorsetshire. La Eastern Fleet Británica que es enviada para hacer frente a la Flota Japonesa evita los combates diurnos, pero busca los enfrentamientos nocturnos. Nagumo hizo todo lo contrario y al final ambas flotas se retiran a sus bases, Somerville a las Islas Maldivas y Nagumo a Japón.

Con estas acciones Yamamoto pretendía infundir terror a los aliados británicos y australianos, para que estos hicieran intentos de negociar la paz o presionaran a los EE.UU. para que se llegase a un acuerdo en el Pacífico y el Sudeste Asiático que detuviera esta, por el momento, inútil sangría. El abandono de los británicos y australianos de la Guerra del Pacífico dejaría al Japón cara a cara con su auténtico enemigo: los EE.UU. Pero estas acciones solo retrasaron la intervención de los británicos, mientras que los Australianos debían ser presionados un poco más para provocar su salida, por ello se ideó la operación “MO” la invasión de Nueva Guinea por el sur y la ocupación de las Salomón. Si este plan tenía éxito los australianos serían gravemente amenazados y quizás empezasen a replantearse su participación hasta el momento desastrosa en la campaña del Pacífico. Cuando los japoneses no pudieron poner su pie en Port Moresby, los australianos se sintieron un poco más aliviados, y lo fueron aun más cuando empezaron a llegar las tropas y pertrechos EE.UU. para ayudarles en su campaña en Nueva Guinea.

Las primeras sospechas japonesas de que sus claves podían haber sido rotas las aportó el Vicealmirante ¡Nagumo!, durante la campaña del Indico después de hundir a los cruceros pesados británicos, el almirante comprobó la posición de los blancos en la carta de navegación y para su sorpresa estos buques estaban donde él en un primer momento había fijado como la posición para el lanzamiento del ataque a Colombo. Afortunadamente para los japoneses en la mañana del día anterior fueron descubiertos y Nagumo ordenó alterar el rumbo y atacar desde otra posición. Otra señal para los japoneses de lo que les podía ocurrir en un futuro también ocurrió en el Indico cuando 9 “Blenheims” sin escolta de cazas y de forma sorpresiva lanzaron sus bombas sobre el Akagi. Este buque tenía a la fuerza de ataque de Fuchida completamente preparada para ser lanzada al ataque contra el veterano Hermes, por si los bombarderos de Egusa fallaban. Las bombas no acertaron al Akagi pero lo rociaron con sus explosiones cercanas, la CAP había sido burlada y a punto estuvieron los bombarderos de poner en un serio aprieto a los japoneses, pero 5 bombarderos fueron después abatidos por los Zeros.
Vicealmirante Chuichi Nagumo

Nagumo a su regreso a Japón informó al Estado Mayor Naval de los sucesos y sus sospechas sobre la posible ruptura de las claves, pero en Tokio no tenían cabida los rumores de algo imposible, la guerra iba tan bien que no era posible tal hecho, pues de ser cierto los aliados no presentarían una resistencia tan pésima. Pero las claves si habían sido rotas y la primera vez que sirvieron de gran utilidad a los EE.UU. fue durante la operación “MO”, la invasión de Port Moresby, donde permitieron a Nimitz preparar la defensa y por primera vez desde que empezó la guerra los japoneses no conseguían hacerse con los objetivos marcados. (La campaña del Indico no tenía un único objetivo, sino que contemplaba dos posibilidades: destruir la capacidad combativa de la Eastern Fleet si decidía entablar batalla, u obligarla a retirarse fuera del teatro de campaña; este último fue el objetivo logrado)

La principal preocupación de Yamamoto era la invulnerabilidad del japón, cuando la Flota de los EE.UU. atacó la Isla de Marcus a menos de 1.000 millas de Honshu, supo que debía acabar con los portaaviones que escaparon de Pearl Harbor, es por ello que debía atacar en un punto que provocase una respuesta inmediata de ellos. Volver a atacar Pearl Harbor era suicida y Nimitz, el nuevo Jefe de la Flota del Pacífico, no mantenía esos vitales buques a refugio de la base sino que los mantenía en rotación para evitar que los japoneses acabaran lo que empezaran el 7 de diciembre.

Es por ello que Yamamoto empezó a preparar la operación “MI” y “AL”. La operación “AL” era una operación diversiva que distrajese recursos EE.UU. de la auténtica operación decisiva ”MI”, sabía que los EE.UU. no permitirían que los japoneses tomaran los atolones sin presentar batalla, Midway era el centinela avanzado de los EE.UU. y también un punto de apoyo para las operaciones en el Pacífico Central. Con los atolones de Midway en manos japonesas las Hawai estaban amenazadas y también sus comunicaciones con el continente. Pero debido a que Nimitz supo cuales eran las auténticas intenciones de Yamamoto no mordió el anzuelo y se preparó para presentar la batalla que el Almirante japonés buscaba y deseaba, solamente que no sería un mero espectador pasivo sino que serían ellos los que tomasen la iniciativa desde el primer momento, obligando a Nagumo a realizar un papel que hasta el momento no había tenido que realizar: el de presa.

El plan de Midway estaba estancado porque el Estado Mayor de Nagano debía sancionarlo y poner a la disposición de Yamamoto los recursos necesarios, no hay que olvidar que Yamamoto no era el comandante en jefe de la Marina Imperial sino que era uno de los Almirantes subordinados de éste, aunque tenía más prestigio debía mantener la cadena de mando y aunque no apreciase a su superior le debía obediencia y debía acatar sus órdenes. De todas formas Yamamoto siempre consiguió con algunas maniobras inclinar la balanza a su favor. Esta vez el plan de Midway estaba topando con mayor resistencia que el de Pearl Harbor y en fecha tan tardía como el 18 de abril de 1942, seguía estancado pero ese mismo día al igual que las bombas de Doolittle cayeron sobre Japón, también cayeron todas las trabas. Fueron los EE.UU. quienes otra vez le echaron una mano para que pudiera realizar sus planes, pero esta vez no permanecerían impasibles.

Continúa en: Errores japoneses en la primera fase

José Miguel Fernández Gil
"Alm. Yamamoto"
alm_yamamoto@hotmail.com

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