Bombas atómicas

Su energía explosiva depende de la fisión de núcleos de uranio-235 o plutonio-239 en un proceso de reacción en cadena.

La fisión ocurre cuando uno de los núcleos absorbe un neutrón y estos núcleos al ser desintegrados liberan uno o más neutrones que provocan sucesivas fisiones estableciendo una reacción nuclear.

Para evitar una fuga excesiva de neutrones es preciso que la cantidad de material fisionable se mantenga por encima de un valor determinado al que se llama masa crítica.

En una explosión atómica se producen diversos tipos de radiaciones: radiación térmica, radiación nuclear, y diferentes radiaciones producidas por los rayos gamma, partículas beta, algunas partículas alfa y las de los neutrones. Los peligros de la radiación nuclear son menores si la explosión se efectúa a gran altura siendo más desastrosos los efectos mecánicos que producen las ondas de choque y los térmicos causados por la bola de fuego.

A 600 mts. de altura (bomba de Hiroshima) la energía liberada se estima en una presión 100.000 superior a la atmosférica, con temperaturas superiores a un millón de grados Cº. En el momento inmediato el aire se calienta hasta la incandescencia apareciendo la conocida bola de fuego que alcanza en menos de un segundo los trescientos metros de diámetro, formando una burbuja de gases y materiales hechos vapor que se eleva hasta que cerca de la estratósfera se extiende en varios kilómetros, formando el hongo característico. Después de la explosión queda en el aire sobre toda la zona una pequeña cantidad de partículas atómicas que caen más tarde en forma de nieve o lluvia.


Mediavilla
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