Pearl Harbor
7 de diciembre de 1941
El fin de una carrera

 

Pearl Harbor
7 de diciembre de 1941
El fin de una carrera

La vida del comandante en jefe de la flota del pacífico de los EEUU, el Almirante Husband E. Kimmel, había llegado a la cúspide cuando fue nombrado para el cargo. Destinado a una isla paradisíaca donde la vida transcurría entre fiesta y fiesta con algunas maniobras en medio, en un principio se había opuesto al traslado de la flota a Pearl Harbor, una medida intimidatoria contra las ansias expansionistas Japonesas, pero salvo algunas protestas, no había hecho nada de importancia para cambiarlo. No queriendo exponer su carrera al frente de la flota se había plegado a los deseos del Almirante Ernest J. King (jefe de estado mayor de la flota de los EEUU) y del presidente Roosevelt.

Kimmel debía soportar las continuas quejas de sus subordinados al respecto del traslado de la flota, entre ellos el impulsivo William “Bull” Halsey. En los últimos 20 días anteriores al ataque había tenido que ordenar dos alertas máximas de sus fuerzas, ante el aviso de un potencial ataque Japonés a la base que nunca se materializaba. A pesar de saber que la base era un objetivo militar y tener el conocimiento de lo que un puñado de lentos biplanos Británicos habían logrado contra la flota de acorazados Italianos en Tarento, no había adoptado ninguna medida al respecto para evitar ataques con torpedos; alegando que la escasa profundidad de las aguas de Pearl Harbor impedían el lanzamiento aéreo de un torpedo. No tuvo la suficiente imaginación de que a alguien se le podía ocurrir la solución a esta salvedad.

Solo empezó a preocuparse de que sus destructores fueran enviados al Atlántico para proporcionar apoyo antisubmarino a los convoyes Británicos dentro de las aguas jurisdiccionales de los EEUU, y se sintió molesto cuando desde finales de Noviembre y principios de Diciembre uno a uno sus portaaviones eran enviados en misión de transporte a las islas más avanzadas del Pacifico.


Almirante Husband E. Kimmel

Cuando Halsey al mando del USS Enterprise tuvo que partir a llevar aviones a Wake, le preguntó a Kimmel que debía hacer si se encontraba en sus proximidades algún buque de guerra Japonés, Kimmel de forma ambigua le respondió que usara su sentido común, a lo que ante tan vaga contestación Halsey le respondió que si veía algo más grande que un sampan lo enviaría al fondo del océano, Kimmel lo tomó como una baladronada y lo despidió.


General Walter Short

Así llegó el 7 de Diciembre de 1941, el Almirante Kimmel se levantó temprano pues tenía una partida de golf con el General Short, comandante en jefe de la defensa de las Hawai. Bajando por las escaleras de su casa, situada en una colina frente a Pearl Harbor y con unas magníficas vistas hacia el fondeadero, pidió a su ayudante que le llevara el coche ante la puerta principal. Aun no sabía que algunos de sus buques se hallaban en llamas y bajo el ataque de los aviones Japoneses. Al salir por la puerta quedó petrificado, la maravillosa vista que se observaba cada día al salir por esa puerta se había transformado en la visión de sus peores pesadillas.

Rápidamente entró en la casa y subió a sus dependencias para ponerse el uniforme y dirigirse a su oficina para intentar salvar algo del desastre y coordinar la defensa y salvamento. Cuando llegó a la oficina todo era un caos, el ir y venir constante de los ayudantes y secretarios con informes de daños, lo hacían envejecer de golpe y se preguntaba ¿cómo había podido ocurrir?, ¡¿Cómo habían conseguido llegar hasta allí los Japoneses sin ser detectados?! Lo fueron unas horas antes, desde poco después de las 0400 horas, pero nadie se preocupó en investigar a fondo esas señales.

Durante el ataque una bala perdida perforó el cristal del ventanal de su despacho desde donde observaba el desastre y cayó junto a sus pies, un ayudante se agachó para recogerla y mostrársela, ante lo cual exclamó: “Hubiera hecho un favor matándome”, sabía a ciencia cierta que ese era su último día al frente de lo que quedase de la flota del pacífico y también de su carrera como marino.

Kimmel resultó el chivo expiatorio propicio a quien poner delante del pueblo americano para pedir responsabilidades. No toda la culpa fue suya pero no puso casi nada de su parte para evitarla. Ya que sabía que la decisión de trasladar la flota a Hawai era irrevocable podía haber adoptado medidas mucho más efectivas para defender a sus buques en puerto, tales como redes antitorpedos, globos cautivos, patrullas aéreas de búsqueda, retenes nocturnos de defensa antiaérea, aviones de defensa aérea preparados para el despegue inmediato, etc. Su falta de iniciativa e imaginación fueron un aliciente para el Japón y un costo en vidas y recursos escalofriantes. Solo la falta también de iniciativa e imaginación de su contrincante, Nagumo, evitó que el desastre fuera aun mayor y se pudiera salvar la mayor parte de la flota del pacífico.

José Miguel Fernández Gil
"Alm. Yamamoto"
alm_yamamoto@hotmail.com

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