Kamikaze. La esperanza fútil

 

Kamikaze. La Esperanza fútil


En 1944 la Marina Imperial Japonesa se enfrentaba al año que decidiría la victoria o la derrota.

Durante 1943 los trabajos de alistamiento de nuevos portaaviones que reemplazasen a los perdidos en Midway se estaban concluyendo y esperaban alistar 5 buques de este tipo. Así mismo, haciendo ímprobos esfuerzos, habían conseguido adiestrar medianamente a una nueva remesa de pilotos que se embarcarían en ellos. Un piloto de la Armada Imperial necesitaba dos años de adiestramiento y un mínimo de 100 horas de vuelo para alcanzar el nivel de los veteranos que atacaron Pearl Harbor en diciembre de 1941 y, además de todo ello, para servir en portaaviones debían tener un mínimo de 4 despegues y toma de cubierta en dichos buques. Estos estaban muy por debajo de las necesidades pero el deficiente planteamiento de reemplazos anterior al estallido de la guerra había dejado un vacío muy importante de reclutas adiestrados. Además, la industria aeronáutica Japonesa no había podido avanzar al ritmo de la americana y los aparatos Japoneses que asombraron al mundo en 1941 habían quedado ampliamente obsoletos. De los aviones embarcados durante este periodo solo habían sido incorporados dos nuevos tipos: El bombardero en picado YOKOSUKA D4Y Suisei (que tuvo un debut desastroso en Midway) y el bombardero torpedero NAKAJIMA B6N Tenzan. Sólo el D4Y había supuesto un paso adelante como sustituto del vetusto AICHI D3A, el B6N, aunque más veloz que el anterior modelo B5N, había resultado en general algo más mediocre y sólo había sido introducido de manera menos extendida en espera del mejorado B7A.

El caza embarcado por excelencia, MITSUBISHI A6M Reisen, que había sido ampliamente superado por los nuevos modelos norteamericanos aparecidos en 1943, sólo había sufrido algunas mejoras menores en espera de que el A7M Reppu empezase a salir de las factorías para reemplazarlo. De construcción ligera y altamente inflamable se había convertido en el ataúd de la flor y nata de los jóvenes pilotos que habían empezado la guerra en 1941.

Tras la desaparición del admirado y venerado Almirante Yamamoto, su sustituto el Almirante Koga había empezado a desarrollar los planes defensivos Japoneses de 1944 según fuera el nuevo avance norteamericano, pero la desgracia se cebó de nuevo en el mando de la Teikoku Kaigun y el Almirante Koga y parte de su estado mayor desaparecieron en Marzo de 1944 en un accidente aéreo sobre las Filipinas: hay nuevas noticias sobre este hecho que hacen pensar que Koga sobrevivió al accidente y fue retenido por guerrilleros Filipinos hasta que fue liberado por tropas japonesas, pero ya habían transcurridos dos meses desde el cambio de mando y el Almirante Koga decidió hacerse seppuku por lo que nunca fue mencionado su rescate. Su sustituto el Almirante Toyoda actualizó los planes defensivos y la estrategia fue la de derrotar a la flota norteamericana en un único combate. Este tuvo lugar durante el 19 y 20 de Junio de 1944 en el Mar de Filipinas en respuesta a la invasión norteamericana de las Islas Marianas y donde los norteamericanos acuñaron la expresión "tiro al pavo en las Marianas". Los japoneses reunieron la mayor flota de combate desde Midway y el número de aviones utilizados superaba con creces los que bombardearon Pearl Harbor (430). Estos a su vez estarían apoyados por aparatos basados en tierra pertenecientes a la 1ª Flota Aérea (540 aparatos). Todo fue inútil: con aparatos y pilotos netamente inferiores a sus antagonistas norteamericanos éstos fueron barridos del aire por los cazas interceptores guiados por el radar y el puñado insignificante que atravesó la barrera aérea fue abatido por la artillería de los buques que debían atacar. No se consiguió alcanzar los portaaviones norteamericanos. Al atardecer del 20 de Junio la 1ª Flota Aérea había prácticamente dejado de existir y de los aparatos de los portaaviones Japoneses se habían perdido 395 junto a 445 tripulantes. Así que, listos para la lucha el 21 de Junio, los portaaviones sólo disponían de 35 aparatos, por lo que la lucha terminó: la Flota Japonesa se retiró al Japón y los restos de la 1ª Flota Aérea fue retirada a las Filipinas.


Lo peor del resultado no fue el hundimiento de tres portaaviones Japoneses y la pérdida de 395 de sus aparatos, estos podían ser reemplazados, si no la pérdida de 445 tripulantes que, aunque medianamente adiestrados, eran los únicos de los que se podía echar mano de inmediato. Sus reemplazos prácticamente acababan de empezar su adiestramiento y no serían aptos para el combate hasta la primavera de 1945. Los norteamericanos no esperarían tanto en volver a la carga y los mandos de la Teikoku Kaigun lo sabían como también sabían que sin aparatos mejores éstos serían enviados al matadero sin apenas opciones de supervivencia.

Durante la presentación de informes sobre la batalla de las Marianas, el Capitán de Navío Eichiro Jo, comandante del portaaviones Chiyoda y antiguo Chambelán de su Majestad, propuso al Estado Mayor Imperial que a la vista de los catastróficos resultados y al pobre acierto en el bombardeo obtenidos sería mucho mejor que los pilotos inexpertos estrellaran los aviones sobre las cubiertas de vuelo de los portaaviones norteamericanos cargados con sus bombas y así obtener algunos resultados positivos. Pero la idea escandalizó al alto mando de la Armada, de momento, por el aparente derroche sin sentido de recursos valiosísimos. Casi al mismo tiempo el Contralmirante Obayashi realizó la misma petición al Vicealmirante Ozawa para que la elevara al Estado Mayor de la Armada, ofreciéndose el mismo para entrenar y comandar a los pilotos voluntarios pero obtuvo la misma respuesta.

 

En Septiembre de 1944, los norteamericanos tuvieron una muestra de lo que se les vendría encima a partir del mes siguiente y hasta el fin de la contienda: cuando desembarcaron en la Isla Peleliu, en las Palaos, pese a que los defensores estaban ampliamente superados en número y medios técnicos, consiguieron resistir 70 días y destruirles 160 carros de combate. Soldados voluntarios se escondían en huecos u hoyos excavados en el suelo y con una mina adosada al cuerpo, en la cual habían escrito su nombre, esperaban a que los tanques les pasasen por encima y las hacían detonar destruyendo el tanque y entregando su vida a cambio. Cuando las noticias de éstas técnicas llegaron a Tokio el Estado Mayor quedó profundamente impresionado y cuando las mismas llegaron al pueblo japonés, fueron aclamados como héroes y las solicitudes para el ingreso en cuerpos especiales de éste tipo se dispararon: los jóvenes entraron en un estado hipnótico para autoinmolarse y salvar a su país de la derrota que ya se empezaba a vislumbrar en el horizonte.

Influyeron enormemente en ésta idea dos cosas;
1.- Un monumento que existía en Tokio que ensalzaba a tres soldados Japoneses que transportando un "torpedo bangalore" se habían arrojado contra las alambradas en la ciudad China de Ciapei en 1932 y a cambio de sus vidas abrieron camino a sus camaradas en la toma de la ciudad (seguramente muchos de los jóvenes voluntarios habían tomado ejemplo de este hecho).
2.-La publicación en 1937, del libro "Kakutai no Hongi" (Principios Cardinales), el Mein Kampf Japonés. Establecía las normas sociales y políticas del pensamiento nipón así como la meta e ideales de la nación japonesa. Fue aceptado devotamente, incluso por los intelectuales japoneses. De manera concentrada exaltaba la tradición y el espíritu del Bushido (el código del Samurai), el culto al Emperador y a la guerra y, en cierto grado, la anulación de la propia personalidad y la muerte como recompensa para alcanzar la verdadera vida. De acuerdo con el Shintoismo, principal religión japonesa y compatible con todas las demás (cristianismo, budismo y confucionismo), deificaba el sagrado espíritu marcial y el propio sacrificio en bien de la mayoría y del Imperio (personificado por el Hijo del Sol, es decir, el Emperador). A pesar de que el libro no aportaba nada nuevo y que se limitaba a recoger, concentrar, actualizar y apoyar ideas ya existentes en el Japón milenario causó un gran impacto en la sociedad Japonesa.

El primer Kamikaze y el que abrió la "caja de los truenos" fue el Contralmirante Masabumi Arima, comandante de la 26ª Flotilla aérea de la 1ª Flota aérea, el 15 de Octubre de 1944: Aquella mañana se dirigió al grupo de aviones preparados en el aeródromo de Nicholls vestido con un uniforme de vuelo sin insignias, cuando todos los presentes lo vieron vestido de esa guisa se dieron cuenta de cuales eran las intenciones del Almirante y su ayudante el Teniente de Navío Kanemura, junto a su Estado Mayor, trataron de persuadirle de que recapacitara sobre sus intenciones o que dejase que algunos de ellos ocupara su puesto. El Almirante ya había tomado la terrible resolución y nada lo pudo apartar de su destino. Subió a un caza y rascó la palabra "Almirante" pintada en sus prismáticos para que los norteamericanos no supieran hasta que punto estaban de desesperados los japoneses como para que hasta sus Almirantes se auto inmolaran para evitar su derrota. 16 Zeros y 70 cazas del Ejército despegaron del aeródromo sumiéndolo poco después en un silencio sepulcral, horas después llegó un despacho a Manila informando que la 26ª Flotilla había descubierto a los norteamericanos a 240 millas y a 65º de Manila. El Contralmirante Arima se había lanzado sobre un portaaviones norteamericano, USS Franklin, impactando contra él dando ejemplo de su entrega heroica al Mikado. En realidad no le alcanzó si no que se estrelló junto a aquel rociándolo de combustible en llamas y dando la impresión de haberlo alcanzado. Pero lo más importante fue que cuando se supo del sacrificio del Almirante se encendió una mecha que consumió a miles de jóvenes japoneses y que se apagó en Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de Agosto de 1945.


Y por fin llegamos a la historia oficial del nacimiento de las Escuadrillas de Ataque Especial, el 17 de 0ctubre de 1944 llegó a Manila un nuevo comandante en jefe de la 1ª Flota aérea; se trataba del Vicealmirante Takajiro Onishi. En la tarde del 19 de Octubre se dirigió al aeródromo de Mabalacat y desde allí reunió a todo el Estado Mayor de la 1ª Flota aérea: El jefe del Estado Mayor Capitán de Navío Rikihei Inoguchi, el segundo comandante de la base Capitán de Fragata Asaichi Tamai, el Capitán de Corbeta Yoshioka del Estado Mayor de la 26ª Flotilla aérea, los Tenientes de Navío Masanobu, Ibusuki y Yokoyama (que eran jefes de Escuadrilla) y el ayudante personal del Vicealmirante Onishi, Teniente de Navío Moji. Al comenzar a caer la noche, y reunidos todos ellos en un barracón que servía de cuartel general, les expuso su plan de acción: debido a la grave escasez de pilotos y aparatos aptos para expulsar a McArthur de las Filipinas se debían aplicar nuevas tácticas nada ortodoxas para cumplir con su deber. Todos los presentes enseguida entendieron a qué se refería su nuevo comandante en jefe y tras una agria discusión se acabó por comprender que los nuevos planes eran los únicos capaces de conseguir algún resultado positivo. Cerca de la medianoche se requirió la presencia del Teniente de Navío Yukio Seki y Onishi le preguntó si aceptaba hacerse cargo de las nuevas Escuadrillas, éste respondió afirmativamente y esa misma noche quedaron constituidas las 4 primeras Escuadrillas especiales que recibieron los nombres de Shikishima (designación poética para Japón), Yamato (la región más representativa del Japón), Asahi (sol levante) y Yamazakura (cerezo salvaje, según el poema de Norinaga Motoori) y además se bautizó definitivamente a estos Cuerpos Especiales con el nombre de: KAMIKAZE.

Una hora después del mediodía del 20 de Octubre de 1944 las escuadrillas tomaron forma definitivamente cuando se incorporaron los primeros 24 voluntarios que las formarían y estas fueron enviadas a sus nuevos campos de aviación: Las Escuadrillas Shikishima, Asahi y Yamazakura quedaron en Mabalacat y la Yamato en la Isla de Cebú. Su debut se hizo esperar debido a las malas condiciones climatológicas reinantes.

El 25 de Octubre, alrededor de las 0740, se dio el aviso de alarma a bordo del pequeño portaaviones USS Santee, que pertenecía al Grupo 1º de la Task Group 77-4 e instantes después un Zero se estrellaba deliberadamente sobre su cubierta de vuelo. Como de la nada habían surgido 5 Zeros, cada uno con una bomba de 250 kilos, y el jefe de la Escuadrilla se precipitó en un ataque mortal que terminó cuando se estrelló sobre su blanco. El USS Santee fue atacado poco después por el I-56 y aunque recibió un impacto de torpedo se salvó. Los cuatro pilotos restantes cuando vieron el resultado de la carga suicida de su jefe le imitaron rápidamente pero tres de los aparatos fueron abatidos por la artillería antiaérea. El último de ellos, como si una mano invisible apartara los proyectiles de su camino, se iba haciendo más grande de cada momento visto desde la cubierta del pequeño portaaviones USS Suwannee; las armas del portaaviones de escolta estaban al rojo vivo pero aun así nada parecía detener al avión y cuando todos los del portaaviones pensaron que fallaría, el avión hizo un movimiento magistral sobre un ala y se desplomó sobre la cubierta del USS Suwannee a poca distancia del ascensor de popa y su bomba estalló en el hangar provocando un incendio que fue sofocado poco después. El piloto, a costa de su vida, había causado la muerte de 124 tripulantes del portaaviones.

La ironía fue que el grupo de cazas no pertenecía a ninguna Escuadrilla Kamikaze, la decisión de tal ataque correspondió única y exclusivamente al jefe de Escuadrilla y por lo tanto no iban acompañados de los cazas de escolta que luego informaban de los resultados del ataque, por lo que los Japoneses no supieron nada de este episodio hasta el final de la guerra: los norteamericanos curaron a sus heridos, dieron sepultura a sus muertos, repararon los daños en sus buques y nada dijeron de éste hecho.

El primer ataque Kamikaze que registraron los Japoneses y que tuvo amplia cobertura informativa en Japón, fue el realizado por la Escuadrilla Shikishima al mando de Seki que despegó de Mabalacat a las 0725 de aquel aciago 25 de Octubre acompañado por el grupo de cazas de cobertura que luego debían informar del resultado a su regreso. A las 1010 la Escuadrilla divisó entre la lluvia a los Taffy 2 y Taffy 3, éste último se restañaba las heridas sufridas a manos de Kurita. Se informó a Mabalacat del avistamiento del enemigo y las últimas palabras que pronunció Seki fueron: "Atacamos". Volando a ras de agua para evitar el radar enemigo, no fue detectado hasta estar muy próximo de su objetivo y la CAP no pudo intervenir. Subió raudamente a 1500 metros y alabeando las alas en señal de despedida dirigida a sus hombres picó sobre el portaaviones de escolta USS Kitkun Bay. El buque intentó zafarse del ataque realizando un cambio brusco de rumbo, pero fue inútil; el aparato de Seki alcanzó el portaaviones detrás de la isla y muy a estribor, rebotó sobre la cubierta de vuelo y cayó al mar, pero la bomba de 250 kilos atravesó la cubierta de vuelo e hizo explosión en el hangar; Distinta suerte tuvieron los restantes Kamikazes: Dos pilotos picaron sobre el USS Fanshaw Bay pero fueron derribados sin causar daños. Los dos restantes se dirigieron contra el USS White Plains; el primero, acribillado, se estrelló en el agua junto al costado del portaviones de escolta y el segundo, también en llamas, cambió de objetivo y picó sobre el USS St. Lo. El piloto, haciendo ímprobos esfuerzos, consiguió encarar la cubierta del pequeño portaaviones y atravesó la delgada cubierta de vuelo desapareciendo bajo ésta y estallando. Aún no se había apagado el ensordecedor sonido de la explosión del aparato cuando sucesivamente otras siete explosiones, provenientes de la detonación de otras tantas bombas y torpedos arrojaron al aire trozos de cubierta, aparatos y cuerpos desmembrados de los infelices tripulantes. Los aparatos estallaban en el aire provocando una lluvia de metralla que se seguía cobrando más víctimas. 30 minutos después el desgarrado y mutilado portaaviones de escolta zozobró quedando unos instantes con la quilla al aire, se produjo una última y espantosa detonación que partió en dos al buque y se hundió definitivamente en el mar llevándose consigo a 100 de sus tripulantes.

Sobrevivieron tres aparatos de la escolta que tomaron tierra en Cebú e informaron del éxito de la misión. Poco después era recibido en Manila el siguiente despacho: "A las 1045 la Escuadrilla Shikishima ha conseguido atacar una fuerza enemiga de portaaviones 30 millas al nordeste de Suluan. Uno de ellos, alcanzado por dos aparatos, se ha hundido con toda seguridad; Un segundo, alcanzado por un aparato, se ha incendiado. Un crucero, alcanzado por un aparato, se ha hundido inmediatamente". Esta última entrada hace referencia sin duda el USS St. Lo. El mensaje no es que este tergiversado, pero volando a gran altura ocultándote entre nubes para no ser descubierto, es difícil apreciar si el buque que has visto en llamas hace unos minutos y ahora ha desaparecido, se ha hundido, lo has dejado atrás entre llamas y oculto por otra nube, o por el contrario donde creíste ver antes un destructor o crucero y ahora ves un buque con la quilla al aire deduces que es el mismo de antes que se esta hundiendo. Sin duda alguna los pilotos cuando presentaron el informe creían ciertamente en lo que describían.

La historia de los ataques Kamikaze jalonan el avance norteamericano desde Filipinas hasta Okinawa. En esta última isla es donde los norteamericanos sufrieron el peor zarpazo de estos ataques suicidas y donde se produjeron el mayor numero de pérdidas, tanto humanas como materiales.

 

Un anuncio oficial hecho por el Cuartel General de la Teikoku Kaigun al final de la contienda refleja que 2409 Kamikazes del Ejercito y la Armada Imperial cayeron en el cumplimiento del deber. Ante el gran numero de pilotos que perdieron la vida y en la consigna "un avión, un buque", algunos se preguntan ¿cómo fue posible, que las fuerzas norteamericanas no se ahogaran en la sangre de sus camaradas muertos en puertas de la victoria final?. La respuesta es muy sencilla: Los Japoneses emplearon cada vez más a pilotos que apenas podían manejar los mandos de los aviones que tripulaban. La mayoría, una vez que sabían despegar y virar en el aire con los aviones, se les asignaba a estas unidades de ataque. Las defensas antiaéreas norteamericanas cada vez eran más numerosas y efectivas. La enorme ventaja del radar que, unido a mejores aparatos y pilotos de caza, interceptaban de forma autoritaria a los aviones que se les acercaban. Y por último, a pesar de la consigna, muchos buques fueron alcanzados por dos y hasta tres aparatos en el mismo ataque, lo que reducía el número de buques inutilizados o dañados. Por todo ello los ataques realizados con éxito contra buques norteamericanos apenas rondaban el 30% de los 2409 pilotos que ofrendaron sus vidas de ésta forma por su Patria.

 

KAMIKAZE: Viento Divino, nombre que recibió el tifón que asoló el Mar del Japón y las costas adyacentes en 1281 y destruyó a la flota combinada de Coreanos, Chinos y Mongoles enviada por Kubilai Khan, nieto de Genghis Khan, para invadir el país de Wa (nombre dado por los mongoles al antiguo Japón).

Cuenta la historia que un día llego a la ciudad de Pei-King (Pekín) un sabio Coreano y relató al Khan las enormes riquezas del Japón. Marco Polo se basó en estos relatos para describirnos las riquezas del Japón en su libro, pues es seguro que nunca lo visitó. Según los japoneses, Marco Polo instigó a Kubilai Khan para que enviara al Japón una embajada con tan humillantes exigencias que el Emperador Kameyama ni se dignó a contestar; Cuando los enviados del Khan regresaron a la Corte y le transmitieron los hechos montó en cólera y decidió invadir y saquear las islas japonesas. Se preparó la mayor Armada jamás vista en la historia hasta la fecha y se desembarcaron en el Japón a 45.000 Mongoles y 120.000 Chinos y Coreanos, el mayor ejército en la historia hasta esa fecha, al mando de Darauschin. Los pequeños ejércitos de Samuráis fueron barridos rápidamente por tal marea humana y los restos se atrincheraron en las fortalezas de los Señores de la Guerra. El Emperador Kameyama, viendo que nada podría detener al Ejercito invasor, se dirigió al Templo de Ise, lugar sagrado donde se guardan los tradicionales emblemas Imperiales, el espejo y la espada de la Diosa del Sol Amaterasu que regaló a su nieto Jimmuteno (fundador de la dinastía Imperial Japonesa que lleva reinando desde entonces) y que todos los Emperadores están obligados a visitar después de su coronación, y allí se hizo el Seppuku: al poco tiempo se levantó un formidable tifón que destruyó a la flota invasora y los campamentos del Ejercito invasor causando muchas bajas. Cuando el viento empezó a decrecer, los japoneses salieron de sus fortalezas y hallaron al Ejercito de Kubilai Khan completamente desorganizado y sin posibilidad de recibir ayuda desde el continente; lo derrotaron y convirtieron en esclavos a los supervivientes. Este fue el nacimiento de la leyenda del KAMIKAZE.

 

José Miguel Fernández Gil
"Alm. Yamamoto"
alm_yamamoto@hotmail.com

Kamikaze: La esperanza fútil (Versión en formato PDF)

 

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