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Casos de Estudio 007: Batalla del Golfo de Leyte Batalla de Samar Los héroes de la TAFFY 3 El 25 de octubre de madrugada, Kurita, gracias a la aparición de los portaaviones de Ozawa y a la creencia de Halsey de haber dejado fuera de combate a la Fuerza Central, (más que nada por la retirada momentánea del propio Kurita) logra pasar el estrecho de San Bernardino y se encuentra con la fuerza Taffy 3 mandada por el contraalmirante Clifton Sprague y formada por los pequeños portaaviones de escolta Fanshaw Bay (buque insignia) Kalinin Bay, White Plains, Saint Lô, Gambier Bay y Kitkun Bay protegidos por los destructores Johnston, Heermann, Hoel, Dennis, Raymond, John C. Butler y Samuel B. Roberts. Clifton Sprague había recibido un mensaje de un Avenger que se encontraba de patrulla antisubmarina, que decía haber avistado al menos 4 acorazados, unos 8 cruceros y un número indeterminado de destructores. En un principio Sprague pensó que el piloto se había equivocado y había confundido una parte de la flota de Halsey con buques japoneses; pronto se dio cuenta de que sus pensamientos eran equivocados. La sorpresa (aunque inesperada por ambos contendientes) había ocurrido y en un instante la Fuerza Central y su comandante en jefe el almirante Kurita vieron que el objetivo de causar un gran daño a la flota de invasión estaba a su alcance. El Yamato comenzó a disparar sus cañones de 18 pulgadas hacia las 7 horas a.m desde unos 31 kilómetros y Sprague contempló horrorizado las altas columnas de agua que se alzaban en las proximidades de sus buques. Su primer pensamiento fue acercarse a Leyte para recibir ayuda de los acorazados de Oldendorf, pero pronto se dio cuenta de que su única salvación estaba en sus propios aviones, ya que la poca velocidad de su flota pondría en poco tiempo a sus buques a merced de la flota de Kurita. Casi de inmediato decidió que tomaría un rumbo hacia el este para recibir el viento cruzado de modo que pudieran despegar sus aviones y mantener al tiempo a la flota japonesa a una distancia relativamente prudencial para posteriormente tomar diferentes rumbos que le llevaran hacia el sur y así ganar tiempo a la espera de recibir ayuda. Los buques de escolta situados a unos 5000 metros comenzaron a lanzar una cortina de humo negro por sus chimeneas y humo blanco (originado por productos químicos) para entorpecer la puntería de los artilleros japoneses. Pero antes de que el humo cubriera a los portaaviones el Fanshaw Bay y el White Plains ya habían recibido algunos impactos. A los disparos del Yamato se habían añadido los de los cruceros de batalla Kongo y Haruna las salvas coloreadas indicaban a los artilleros las posibles correcciones en el tiro. Afortunadamente para Sprague a los cinco minutos de comenzar los japoneses a disparar comenzó a llover y la fina lluvia actuó como cortina salvadora tras la cual se fueron ocultando sus buques. La Taffy 3 tomó rumbo hacia el sur y durante unos momentos la distancia entre sus buques y los japoneses comenzó a hacerse mayor. Entretanto los aviones que habían despegado comenzaron su heroico ataque contra la flota japonesa y Sprague ordenó contraatacar a tres de sus destructores de escolta Hoel, Johnston y Heermann. El comandante del Jonston, capitán de fragata Ernest E. Evans fue el primero en dirigirse al enemigo con determinación, comenzando a abrir fuego sobre los cruceros pesados desde 15 kilómetros. Su primer objetivo, el Kumano, recibió un buen número de impactos al tiempo que aviones de la Taffy 2 (que se habían sumado a la batalla) y de la Taffy 3 atacaban a esos mismos cruceros que eran la avanzadilla de la flota japonesa. Pronto el Suzuya recibió el impacto de una bomba que redujo su velocidad obligándole a abandonar la formación. El Johnston por entonces y gracias al ataque aéreo se había acercado a los 9000 metros, lanzando su salva completa de torpedos, los que alcanzaron al Kumano volando su proa. Estos dos cruceros, el Kumano y el Suzuya, quedaron rezagados y fuera de combate para el resto de la batalla.
El resto de los buques de Kurita continuó con su persecución y los cruceros que habían aumentado su velocidad empezaban a rodear al grupo de portaaviones por el este y los acorazados perseguían a éstos últimos por la popa. El Johnston fue el primer objetivo, varios proyectiles de 14 y 6 pulgadas hicieron blanco pero nuevamente la fortuna se alió con el pequeño destructor, los proyectiles perforantes impidieron que volara en mil pedazos y una nueva cortina de agua le dio un pequeño respiro, pero las bajas fueron grandes y sus desperfectos hicieron que su velocidad se redujera de un modo considerable. Pese a todo, al poco tiempo estaba de nuevo en la pelea disparando de nuevo con sus cañones de 5 pulgadas. Evans vio como el resto de los destructores de escolta atacaban a los barcos japoneses y se acercó a ellos para prestarles apoyo. El Hoel al mando del capitán de fragata S. Kintberger estaba dirigiéndose contra el Kongo y a unos 5000 metros le soltó una salva de torpedos. Para evitarlos el Kongo tuvo que cambiar su rumbo hacia el norte por lo que quedó fuera de acción durante un buen rato pero el Hoel había sido víctima de varios impactos y un número considerable de sus tripulantes estaban muertos o heridos, aparte de los desperfectos ocasionados que habían dejado indemnes solo dos de sus cañones principales. Unido en su lucha a sus compañeros buscó un blanco para sus torpedos restantes y los lanzó contra el Haguro fallando el tiro pero el rumbo seguido por esos torpedos iba a ser determinante para evitar que el Yamato y el Nagato se aproximaran más a los portaaviones. Kurita en el Yamato ordenó cambiar el rumbo también hacia el norte al ver sus vigías aproximarse esos torpedos, rumbo que a su vez tomó el Nagato. Los torpedos flanquearon ambos buques durante un tiempo precioso, el justo para que tuvieran que esperar a que los torpedos acabaran su trayectoria y se hundieran lo que alejó a ambos acorazados momentáneamente de la lucha. El Heermann lanzó también al poco una salva de torpedos contra el Haruna, estando bajo el fuego de éste y del Kongo, y aún tuvo tiempo de lanzar tres torpedos más y disparar sus cañones de 5 pulgadas, acertando en la superestructura de uno los mencionados buques japoneses. Todas estas acciones fueron apoyadas por el maltrecho Johnston y el pequeño Roberts. Otro destructor de escolta, el Raymond, había elegido al Haguro como blanco al que lanzó sus torpedos, lo mismo que el Dennis contra otros cruceros. Los torpedos eran eludidos y no hacían blanco pero obligaban a los barcos japoneses a efectuar continuas maniobras para eludirlos. Esas maniobras servían para que los portaaviones pudieran seguir huyendo y lanzando sus aviones. Sin la intervención de estas "hormiguitas" y el heroísmo de sus tripulaciones, los portaaviones hubieran sucumbido rápidamente ya que la distancia se hubiera acortado de modo trágico y las dificultades para recuperar aviones y volverlos a lanzar hubieran sido enormes bajo el fuego de los grandes cañones de los acorazados japoneses. Entretanto Halsey se encontraba alejado de la zona unas 300 millas, Oldendorf estaba persiguiendo los restos de la flota japonesa de Nishimura y Shima, el grupo operativo 38.1 al mando de Mc Cain se encontraba también muy al este petroleando y tardaría en llegar en ayuda de las Taffy 2 y 3 al menos 3 horas. Ante éste panorama los buques de estas dos pequeñas fuerzas deberían valerse por si mismos durante ese tiempo y pagarían su tributo. El primero en caer fue el Hoel, su pérdida de velocidad le fue colocando a tiro de los cruceros japoneses y con sus dos cañones que le quedaban después de la última escaramuza comenzó a disparar situado entre dos fuegos. Fue literalmente acribillado a cañonazos y abandonado por los supervivientes, cerca de las 9 se hundió. Como ya comentamos, de no haber sido por la acción heroica de aviadores y tripulaciones de destructores los portaaviones hubieran caído pronto, pero tampoco se iban a librar de recibir su parte de sacrificio. El Gambier Bay y el Kalinin Bay fueron los primeros en recibir los "recados" enviados por los cruceros japoneses a los que pronto se sumaron los de los acorazados. Los portaaviones plantaron cara disparando con su solitario cañón de 5 pulgadas y lanzando sus aviones. El Kalinin Bay fue el primero en recibir un duro castigo pero después de titánicos esfuerzos se consiguió que continuase navegando junto al resto. El Fanshaw Bay también fue alcanzado por proyectiles de 200 mm. que causaron diversas averías, pero pudo seguir también en el grupo. Fue sin embargo el Gambier Bay el que llevó la peor parte, elegido como blanco recibió múltiples impactos que disminuyeron su velocidad hasta situarlo a una distancia mortal. A las 8,45 se ordenó su abandono y a las 9,05 dio la vuelta y se hundió. A pesar de todo, los destructores intentaron librarlo del acoso, atacando a los buques japoneses pero nada pudieron hacer; a cambio de acertar muchos impactos sobre los cruceros japoneses recibieron un montón de impactos ellos mismos. El Heerman y el Dennis fueron duramente castigados pero el Roberts recibió una serie de proyectiles de 14 pulgadas que obligaron a los tripulantes a abandonar el barco. Afortunadamente aguantó lo suficiente a flote para que diera tiempo a embarcar a los heridos en botes y balsas.
Los ataque aéreos contra los japoneses habían sido efectivos por efecto acumulativo. Al impacto inicial contra el Suzuya se sumaron impactos contra otros cruceros entre ellos el Haguro, el Chikuma y el Chokai. Faltaba la última víctima americana, el heroico Johnston en su lucha por defender al Gambier Bay fue a caer entre un grupo de destructores japoneses, el grupo en el que se encontraba el crucero ligero Yahagi y que iba mandado por el contraalmirante Kimura y se disponía a lanzar una serie de torpedos contra los portaaviones. El decidido ataque del Johnston unido al continuo ataque de los aviones hicieron que Kimura se precipitase en el lanzamiento y los torpedos fueron fallando sus objetivos, pero los japoneses no estaban dispuestos a perdonar la osadía del destructor americano y concentraron su fuego sobre él, dejándolo destrozado y cobrándose la vida de 186 de sus heroicos tripulantes incluida la de su comandante Ernest E.Evans. Por las acciones heroicas llevadas a cabo ese día Evans recibió la Medalla de Honor del Congreso. Entretanto los cruceros japoneses Chokai y Chikuma habían recibido daños lo suficientemente importantes como para quedar definitivamente fuera de combate, pero los cruceros de batalla Kongo y Haruna y los cruceros Haguro y Tone se habían acercado lo suficiente (sobre todo los segundos) como para asestar el golpe definitivo a la Taffy 3, y de repente ocurrió un cambio de la situación: los japoneses que tenían la victoria sobre este pequeño grupo al alcance de la mano se retiraron. Kurita que se encontraba algo alejado del lugar de la acción había decidido reagrupar a sus barcos, perdiendo la oportunidad de su vida de lograr una victoria. Las causas de esta absurda decisión aún hoy día son fuente de polémica. El alivio de las mermadas tripulaciones de los buques de la Taffy 3 fue enorme pero no sabían que aún tenían que pasar por otra prueba más espeluznante. El hecho es que después de dejar irse a los restos del grupo Taffy 3, Kurita volvió hacia el suroeste en un movimiento que, quizás hiciera pensar en la determinación del almirante de atacar a los transportes fondeados en el golfo de Leyte, los que en un número de 35 allí se encontraban, pero al parecer tenía un montón de dudas que le hacían pensar si merecería la pena ir a destruir los transportes con la posibilidad de que se quedase sin los últimos efectivos de la flota imperial. Sus dudas se despejaron casi de inmediato al sufrir otra tanda de ataques aéreos, invirtiendo el rumbo y alejándose del lugar, pero se le pidieron explicaciones desde el alto mando de la marina imperial y comunicó que se dirigía al norte en busca de la fuerza operativa enemiga y que la batalla decisiva sería en el estrecho de San Bernardino. Ordenó a todos los buques averiados que se retiraran pero el Chokai y el Chikuma, parados y sin gobierno, solo pudieron recibir ayuda de los destructores Fujinami y Nowake y esta ayuda fue para retirar a los supervivientes y hundir a ambos cruceros. El Suzuya estaba envuelto en llamas por haber sido alcanzado por bombas de aviación y su tripulación fue recogida por el destructor Okinami, pasando su almirante Shiraishi su insignia al crucero Tone. El Suzuya fue por último enviado al fondo y sólo el Kumano fue capaz de cumplir la orden de Kurita. La suerte estaba echada y solo un último ataque de los aviones de la fuerza de Mac Cain (Taffy 2) con el resultado de un solo impacto en el Tone cerró el día nefasto de la fuerza central de Kurita. Mediavilla |
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