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Casos de Estudio 006: Kamikazes Breve descripción de las armas suicidas Los aviones empleados por los pilotos de ataque especiales fueron de los más diversos tipos. Solo hubo tres tipos de avión usados y construidos específicamente para estos cometidos de los cuales sólo uno tuvo la oportunidad de ser usado: el Yokosuka MXY7 "Ohka". De los otros dos uno era el Nakajima Kikka "azahar" movido por dos motores a reacción y basado en el avión alemán Me 262 pero no llegó a construirse, y el otro era el Nakajima Ki 115 Tsugiri "espada", propulsado por un motor a hélice el cual no llegó a entrar en acción a pesar de estar listo un importante número de ejemplares. Como armas usadas para ataques especiales los japoneses usaron también los torpedos tripulados Kaiten, las lanchas Shinyo y las bombas anticarro de pértiga. Los Kaiten "regreso del cielo", eran torpedos similares a los Maiale italianos pero con un solo tripulante y a diferencia de los italianos (que depositaban la carga explosiva situada en la proa del torpedo debajo del buque a atacar huyendo luego con la parte motriz) los japoneses arremetían con el torpedo contra el buque atacado, muriendo el tripulante en el ataque. Este arma no tuvo grandes éxitos y los que tuvo fueron silenciados por los americanos sabiéndose después de la guerra que habían ocasionado algunas averías a varias unidades, entre ellas un portaaviones y un petrolero. Las lanchas Shinyo "El que revuelve el mar", eran unas lanchas de unos seis metros de eslora construidas de forma similar a los "bachini" italianos. Y también su uso era similar al de los Kaiten. En este caso, mientras los italianos saltaban de la lancha antes del impacto, los japoneses permanecían en la lancha hasta chocar contra el navío enemigo a una velocidad de unos 30 nudos. Fueron construidas alrededor de 5000 pero solo unas pocas fueron utilizadas con escasos resultados. Por último las bombas anticarro de pértiga eran unos explosivos de carga hueca situados en el extremo de una pértiga de madera que media unos 3 metros. El soldado se acercaba al tanque y golpeaba con ella la coraza. La bomba, al ser de carga hueca, era capaz de perforar un blindaje de unos 150 mm y destruir un carro. Ni que decir tiene que la pértiga resultaba corta pues aún destruyendo el carro el soldado resultaba muerto a su vez. A todo esto hay que añadir las múltiples
cargas banzai que los japoneses llevaron a cabo durante toda la guerra
en el Pacífico, ocasionando en muchas oportunidades el desconcierto
entre las asombradas tropas americanas, pero con escasos resultados ya
que generalmente la mayoría de los soldados japoneses resultaban
muertos antes de llegar al combate cuerpo a cuerpo. Mediavilla |
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