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Casos de Estudio 004: Operación "Barbarroja" La Guerra de Invierno: Rusia contra Finlandia La llamada guerra de invierno entre Rusia y Finlandia tuvo lugar desde el 30 de noviembre de 1939 al 13 de marzo de 1940. La lucha entre el coloso ruso y la aparentemente débil Finlandia tuvo directas consecuencias sobre Barbarroja, la invasión alemana de la Unión Soviética. Analizamos de forma breve el desarrollo y consecuencias de esta guerra y sus proyecciones hacia Barbarroja
Antecedentes Finlandia, que había obtenido su independencia el 6 de diciembre de 1917, entró inmediatamente en una guerra civil para decidir que tipo de gobierno tendría. Finalmente triunfó la facción blanca dirigida por Mannerheim. En el año 1920, por el Tratado de Tartu, Rusia reconoció oficialmente la independencia de Finlandia. Sin embargo, nunca dejó de tener los ojos puestos en la pequeña nación y como resultado del Pacto de no agresión entre alemanes y rusos del 23 de agosto de 1939, se decidió que Finlandia quedaba dentro de la zona de influencia rusa. Con el inicio de la segunda guerra mundial, y con los alemanes ocupados con su propia guerra contra ingleses y franceses, los rusos tendrían la oportunidad de reclamar por el peso de las armas, la concesión de territorios y bases finlandesas. En septiembre de 1939 alemanes y rusos se habían repartido el territorio de Polonia. El mismo mes los rusos tomaron Estonia. Octubre sería el turno para Letonia y Lituania. Solamente quedaban los finlandeses en la zona norte de influencia rusa.
En particular, preocupaba a los rusos extender sus territorios en el istmo de Karelia hacia el norte, como forma de mejorar la zona de defensa de su importante ciudad de Leningrado, la instalación de una base naval rusa en Cabo Hanko y también la posesión de algunas islas del Golfo de Finlandia (por ejemplo Suursaari) con las que podían dominar las rutas navales hacia y desde Leningrado. Más adelante, dirían los rusos como excusa que temían una invasión de Finlandia por parte de los alemanes, y que desde allí lanzaran luego una ofensiva contra ellos. Desde abril los rusos presionaron al Gobierno de Finlandia para obtener concesiones territoriales y bases militares. Finlandia buscaba desesperadamente una salida diplomática que no le hiciera perder su independencia y tampoco la llevara a una guerra. Anotamos que una vez lograda su independencia, Finlandia asumió una política de neutralidad y de muy buenas relaciones con sus vecinos Suecia y Noruega. Sin embargo, Finlandia con una población de apenas 4 millones, enfrentada a la amenaza de 180 millones de rusos, parecía tener pocas oportunidades de resistir un asalto a gran escala, y los aliados occidentales, demasiado preocupados por la amenaza alemana, parecían no disponer de medios o de la voluntad de intervenir eficazmente en su ayuda. El pretexto para el inicio de la guerra El comienzo de la guerra de invierno tuvo lugar a raíz de un incidente fronterizo del día 26 de noviembre, en el cual los rusos acusaban a los finlandeses de abrir fuego contra el poblado de Mainila. Sin embargo los finlandeses negaban las acusaciones, y de hecho anteriormente a la fecha citada, habían retirado deliberadamente su artillería más allá de sus fronteras con el fin de evitar todo tipo de incidentes. Finlandia propuso retirar las tropas de ambas naciones de la frontera, lo cual no fue aceptado por los rusos, pues consideraban que de esa forma dejaban más desprotegida a Leningrado. Los rusos rompieron sus relaciones diplomáticas con Finlandia el día 29. El momento de las armas había llegado. Situación de Finlandia y Rusia al inicio de
las hostilidades La estrategia de Finlandia era tratar de contener a los invasores el tiempo suficiente como para obtener ayuda del exterior. Anteriormente al comienzo de la guerra se había construido la línea Mannerheim (140 kilómetros) en el istmo de Karelia, usando para la misma a miles de finlandeses sin trabajo. Sin embargo, la situación de Finlandia no era la mejor al inicio de la guerra. Las defensas no estaban listas, se tenía poca cantidad de municiones y únicamente 96 aviones militares. Movilizando todos sus recursos podrían disponer de unos 400.000 hombres y 100.000 mujeres las cuales al realizar tareas auxiliares liberaban de éstas a los hombres.
Desarrollo: Primera fase
(30 de noviembre a fines de diciembre de 1939) El ataque ruso por tierra, mar y aire comenzó de forma repentina sobre los sorprendidos finlandeses. Desde el primer día de hostilidades los aviones rusos bombardearon Helsinki -la capital de Finlandia- y otras ciudades.
Los finlandeses apelaron a la Liga de Naciones como mediadora en el conflicto,
pero como los rusos negaban estar en guerra, fueron expulsados de la misma.
Lo único que logró la Liga de Naciones fue el pedido a todos
los estados de prestar ayuda a Finlandia, sin embargo, en la mayoría
de los casos el apoyo fue solamente diplomático. Suecia fue el
país que más se comprometió y colaboró de
muchas formas, una de ellas fue el envío de grupos de voluntarios.
La fuerza aérea rusa, numerosa pero mal preparada, tampoco obtuvo
los éxitos que se esperaba de ella, y a pesar de las continuas
incursiones contra ferrocarriles, bases navales o la navegación
finlandesa, los éxitos alcanzados no fueron importantes. ( Se calcula
que unas 150.000 bombas, con un total de 7.500 toneladas, fueron lanzadas
sobre campos y tierras sin ningún objetivo militar de importancia).
Los rusos sufrieron fuertes pérdidas, como por ejemplo en el caso
de las Divisiones 139 y 75, que fueron totalmente aniquiladas en la zona
de Tolvajärvi.
Desarrollo: Segunda fase (Fines de diciembre de 1939
al 12 de marzo de 1940)
Debido a los fracasos de las primeras acciones militares, los rusos aumentaron
el potencial militar que lanzarían nuevamente contra los finlandeses.
Casi 1.200.000 hombres, 1.500 carros de combate y 3.000 aviones deberían
necesariamente forzar a los finlandeses a la firma de una rendición.
Y el Mariscal S. Timoshenko se hizo cargo de las fuerzas rusas en la zona,
en sustitución del fracasado Voroshilov, logrando una mayor coordinación
y al mismo tiempo un mejor uso de los blindados. En efecto usaba a los
mismos como elementos de ruptura y siempre iban acompañados de
infantería, nunca solos. Prácticamente todo el mes de enero no vio grandes acciones terrestres en el frente, porque los rusos se estaban reorganizando mientras los finlandeses se preparaban para resistir el nuevo asalto. Sin embargo la artillería y la aviación rusas mantenían el asedio sobre las posiciones de los finlandeses, quienes se veían obligados a moverse en la oscuridad de la noche.
Otro repliegue a la tercer línea de defensa fue ordenado el 27
de febrero, con la intención de defender a toda costa a Viiupuri.
El nuevo repliegue fue realizado en forma ordenada a pesar de la presión
de los rusos, llegando a su término el 1º de marzo. Los primeros
días de marzo los rusos continuaron con su empuje, pero las negociaciones
estaban ya avanzadas. Ni siquiera las inundaciones producidas por los
defensores lograban detener el avance lento pero seguro de los rusos.
Tropas de asalto rusas atacaban con el agua helada hasta el pecho. El mando finlandés ordenaba resistir a cualquier precio, con el fin de convencer a los rusos a negociar cuanto antes. Si daban muestras de debilidad, las pretensiones de los rusos en el tratado de paz podrían ser mayores. Finalmente, las acciones bélicas finalizaron, y el Tratado de Moscú del 13 de marzo de 1940 puso fin a la guerra entre ambas naciones. Los finlandeses cedieron parte de su territorio, de acuerdo a las exigencias rusas de alejarlos de Leningrado. Las zonas al norte y al sur del Lago Ladoga pasaron a manos rusas junto la base de Hanko en la entrada del Golfo de Finlandia. Resultado de la guerra de invierno Los rusos tuvieron 200.000 bajas, perdieron 1.600 carros de combate y 634 aviones (Algunas fuentes elevan esta última cifra a 900). Los finlandeses por su parte, 25.000 bajas y 61 aviones. Consecuencias enfocadas hacia Barbarroja Unión Soviética La visión que se tenía de la Unión Soviética como potencia militar sufrió un fuerte deterioro. La mayoría de los países llegaron a la conclusión de que pese a su tamaño, el Ejército Rojo estaba mal armado, mal entrenado y peor dirigido. Voroshilov fue destituido de su cargo de Comisario de Defensa y fue sustituido por Timoshenko, quien en la ordenanza número 120 del 16 de mayo de 1940 enumeró los errores cometidos por las fuerzas rusas, al tiempo que se aprestaba a una amplia reorganización, y adiestramiento de las mismas, ante las evidentes carencias que padecían. Entrenamiento intensivo más una férrea disciplina era lo que consideraba necesario. Insistió además en dotar al Ejército Ruso de material más moderno y adecuado. El grado de general fue establecido nuevamente. Alemania
El Servicio de Inteligencia alemán estimó que las fuerzas
rusas, por más que parecieran abrumadoras sobre el papel debido
a su número, no eran rival para un ejército moderno como
el alemán. Suponían que si el pequeño y mal equipado
ejército finlandés fue capaz de poner en apuros a los rusos,
éstos no podrían hacer nada útil ante un eventual
ataque de las disciplinadas y bien equipadas fuerzas alemanas. En sus
puntos de vista omitían dos detalles importantes: el primero es
que los finlandeses habían jugado una guerra defensiva y en un
territorio de particulares características, óptimo para
la defensa. El segundo es que la pésima actuación rusa evidentemente
llevaría a un replanteo total de sus fuerzas armadas. Con respecto
a ambas cuestiones mencionaremos que históricamente el mejor papel
de las fuerzas rusas era en el plano defensivo, y sobre todo defendiéndose
de un invasor en suelo patrio. Además, los alemanes suponían
que los rusos demorarían en modernizar y adiestrar sus fuerzas
(según un ridículo informe se estimaba que los rusos demorarían
20 años en recuperarse), de lo cual se deduce que desde el punto
de vista alemán, el tiempo de no beligerancia obraba a favor de
los rusos. Como resultado de estas observaciones, algunas de ellas en clara subestimación del verdadero potencial de Ejército Ruso, la idea de derrotar a Rusia en una breve campaña tomaba cada vez mayor fuerza. Pero los alemanes subestimaron la capacidad de los rusos de atrincherarse y resistir, y también su habilidad en el combate urbano. Además claro, del evidente rearme y reorganización de los rusos.
Gabriel Mansilla Bibliografía: Guerras del Siglo XX, (Tomo 2), Editorial Altaya, 1994 Condon, Richard W., Guerra de invierno, Rusia contra Finlandia, Editorial San Martín, 1976 La Segunda Guerra Mundial (Tomo I), Editorial CODEX S.A., 1966 |
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