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Casos de Estudio 003: Estudio de factibilidad de la
Análisis de una eventual contribución aérea italiana a "Seelöwe"
En junio de 1940 los principales aviones italianos eran los cazas Fiat G.50 Freccia, y Machi MC-200 Saeta, y los bombarderos trimotores Fiat BR.20 Cicogna y Savoia-Marchetti SM.79 Sparviero. Todos estos aviones tenían características más pobres que los similares británicos y alemanes, y peor aún, seguían en servicio modelos más anticuados como los cazas biplano Fiat CR-32 y Fiat CR-42 Falco. En realidad la fuerza aérea italiana se vio inmersa en la guerra cuando atravesaba un período de transición hacia aparatos más modernos. Por ejemplo los cazas solamente tenían dos ametralladoras, comparadas con las 8 de los cazas británicos La fuerza aérea italiana disponía el 10 de junio de 1940, cuando entró en la guerra de:
Al verse obligada la fuerza aérea a desplegarse no solamente en territorio continental, sino también en las colonias de África, el potencial de la misma se veía reducido. Si bien los aviones más anticuados eran enviados principalmente a las colonias, la presencia de los británicos en el Mediterráneo y Egipto obligaba a mantener en esas zonas grandes números de aviones. De esta forma, la cantidad de aviones que podrían haberse usado en apoyo a “Seelöwe” resulta limitada. Durante la batalla de Inglaterra, Mussolini, en contra de los deseos de Hitler y de muchos de los mandos italianos, envió a Bélgica una fuerza de 200 aviones (incluyendo 75 bombarderos Fiat BR.20 Cicogna, 50 cazas Fiat CR.42 y 48 cazas Fiat G.50) con el fin de intervenir en la batalla aérea y sumarse laureles de una batalla casi ganada, como había pasado en Francia. Tuvieron un pobre desempeño en contra de los aviones de la RAF. Debieron recurrir a ataques nocturnos o bien limitar notablemente las bombas transportadas por cada avión (1.500 libras), a los efectos de ganar algo de velocidad y evitar ser blancos fáciles de los cazas ingleses.
El Hurricane alcanzaba los 521 km/h y el Spitfire 594km/h, armados ambos, como se ha mencionado con 8 ametralladoras. Evidentemente la Regia Aeronautica no estaba en condiciones de ofrecer gran ayuda a los alemanes en su intento por doblegar a los británicos. Podría haber desempeñado tareas secundarias, como forma de crear mayor confusión en el Mando de Cazas, pero siempre que los aviones italianos se enfrentaran a los más veloces y ágiles (y sobre todo mejor armados) Spitfire y Hurricane, saldrían perdiendo. De todas formas, se podría haber coordinado con la Luftwaffe, de manera de que primero entraran los aviones alemanes en las pantallas de radar y en el espacio aéreo inglés; seguidos al rato por los italianos, quienes podrían atacar blancos ubicados sobre la costa, evitando de esta forma al grueso de los cazas británicos. El Mando de Cazas seguramente concentraría su esfuerzo en detener a los primeros incursores, quedando con pocos aviones para enfrentar a los italianos. En el caso supuesto de que los británicos decidieran detener ambas oleadas, reducirían entonces la presión sobre los alemanes. Se debe tener en cuenta que durante el desarrollo real de la Batalla de Inglaterra se dio la orden de que los cazas británicos no protegieran a los buques que navegaban por el canal, razón por la cual, usar a la Regia Aeronautica para atacar a la navegación en aquél, no hubiera dado resultados desde el punto de vista a de atraer a los cazas enemigos.
Tampoco se debe descartar el caso hipotético de que si los incursores italianos fueran interceptados por un grueso número de cazas británicos, las bajas para los atacantes serían prohibitivas, debido a la poca eficiencia de los cazas italianos y el escaso armamento defensivo de sus bombarderos. La posibilidad de que las escuadrillas de bombarderos o de cazas italianos, o ambas, se unieran a las de los alemanes en operaciones conjuntas, debe ser descartada por múltiples factores, entre los que se encuentran la carencia de radio en muchos de los aviones italianos, la falta de experiencia en operaciones semejantes y las diferentes características de ambas fuerzas, y no menos importante, el bajo concepto que tenían muchos de los altos mandos alemanes con respecto a la capacidad combativa de la aviación de sus aliados. Gabriel Mansilla |
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