Batalla de Savo

 

Batalla de Savo. Los japoneses: maestros del combate nocturno

[ 9 de agosto de 1942 ]

[ Ultima parte ]

A las 0130 Mikawa da la orden de ataque, la formación japonesa ya estaba dentro del Iron Bottom, sus buques todavía no han sido descubiertos. El Almirante japonés ordena al destructor Yunagi, que se encargue de los dos destructores antes avistados para que, cuando se retire, no les den una sorpresa.

Al fondo se divisa un resplandor rojizo, es el transporte Elliot ardiendo, de repente unas bengalas empiezan a caer del cielo, arrojadas por los hidros japoneses, e iluminan las siluetas del Camberra y el Chicago a unos 8000 metros de distancia. 0137 en el puente del Chokai se oye la voz del Capitán Hayakawa: “Torpedos de estribor, fuego”, inmediatamente los terribles y letales Long Lancers caen al agua y se dirigen a los infortunados cruceros pesados aliados. A las 0144 el Camberra sufre el primer impacto demoledor, los cruceros japoneses habían lanzado 17 torpedos contra él y su hermano estadounidense. Inmediatamente Mikawa ordena abrir fuego con las piezas principales de 203 mm contra ellos. Casi al instante el segundo torpedo alcanza al ya sentenciado Camberra, seguido de 24 impactos directos de 203 mm. El buque acribillado apenas puede responder con algún disparo de sus piezas de 150 mm y el lanzamiento de dos torpedos. Sentenciado y en llamas se aleja al garete. El Chicago recibió un torpedo a las 0147 y el impacto de un proyectil de 203 mm poco después, pero descubrió al destructor Yunagi y le disparó algunos proyectiles de 203 mm sin efecto. La confusión del momento hizo creer al Capitán del crucero estadounidense de un ataque con torpedos de los destructores japoneses. El Bagley y el Patterson tampoco tuvieron suerte contra los japoneses, el último a las 0143 descubrió a los buques de Mikawa y dio la alarma. Ambos buques, al romper las explosiones el silencio, abrieron un inefectivo fuego contra los cruceros de Mikawa sin ningún resultado.

Pocos instantes después de este combate, Mikawa ordena una reducción de velocidad, pero la señal llega con retraso al crucero Furutaka. Este para no abordar al Kinugasa que le precedía, cae ligeramente a babor y es seguido por los cruceros Tenryu y Yubari. De esta accidental manera la formación de línea japonesa se convierte un una formación de dos columnas. Poco después de las 0150 el Chokai divisa a los cruceros de la barrera norte y para evitar que ambas columnas japonesas se cañonearan entre ellas por error, son encendidos desde cada crucero japonés los reflectores nocturnos. Estos potentes haces de luz caen sobre los desconcertados cruceros estadounidenses que de inmediato empiezan a recibir un diluvio de proyectiles de 203 mm y los buques japoneses les lanzaron también torpedos.

Debido a que las instrucciones dadas por radioteléfono en los buques de la patrulla norte, lo eran en la misma frecuencia que la usada por la barrera sur, quedaron impedidos de escuchar la alerta del Patterson. El Vincennes, Quincy y Astoria tenían tan solo una reducida guardia nocturna. En el puente del Astoria el Capitán de Corbeta Truesdell, oficial de Guardia, ordena zafarrancho de combate cuando caen las primeras bengalas y poco después observan un relampagueo al sur. El Astoria empieza a abrir fuego contra los entrevistos cruceros japoneses, pero el Capitán del buque a su llegada al puente ordena un alto el fuego, creía que se cañoneaban entre sí los buques aliados. Cuando se intenta reanudar el fuego desde el Astoria ya es tarde, el director de tiro del Chokai ha centrado sus miras en el infortunado crucero estadounidense, y una salva completa cae sobre éste. Los hidros del Astoria son alcanzados y se incendian delatando la silueta del crucero. El incendio parece un reclamo pues un auténtico diluvio de explosivos se abate sobre el crucero y en pocos minutos el Astoria se convierte en una pira funeraria. Este crucero tuvo la triste distinción de ser el primer y el último buque estadounidense en disparar a los cruceros de Mikawa.

Desde el Vincennes también se ven las bengalas y se toca zafarrancho de combate, poco después hacia el sur se divisan los relampagueos de la artillería, pero el comandante del crucero cree que se trata de la artillería antiaérea de los cruceros de la barrera sur, que disparan contra los aviones que están arrojando las bengalas. ¡Es imposible que atacasen buques de superficie!. Para mayor confusión del bando aliado los japoneses disparaban sus proyectiles con colorante, al igual que los estadounidenses, para identificar cada buque sus salvas de los otros, lo que llevó a la confusión de los comandantes de los cruceros aliados, que creían que se cañoneaban entre sí. Casi al mismo tiempo que el Astoria es alcanzado se vislumbran por babor, las siluetas de tres cruceros -Aoba, Kako y Kinugasa- con sus proyectores encendidos, el Capitán de Navío Riefkohl, jefe táctico de la barrera norte y comandante del Vincennes, les ordena apagarlos y como respuesta recibe una lluvia de proyectiles de 203 mm del Kako, que caen junto a su buque a menos de 200 metros. Riefkohl ordena lanzar iluminantes a los extraños cruceros y abrir fuego con todas las piezas principales. Esta vez el crucero es alcanzado en popa y sus hidros al igual que los del Astoria se incendian y delatan la silueta del crucero. Entonces los buques japoneses apagan sus reflectores, ya no los necesitan pues los estadounidenses se iluminan por sí mismos. El Capitán del crucero ordena a los destructores atacar con torpedos, el buque trata de descentrarse del tiro por lo que cae estribor y se coloca sin advertirlo en la trayectoria de los torpedos japoneses: al menos dos de estos artefactos submarinos alcanzan al Vincennes al que dejan al garete y sin comunicaciones.

El Quincy siguió idéntica suerte que sus hermanos, disparó casi al mismo tiempo que el Astoria, pero su Capitán también creyó que se cañoneaba con otros buques aliados por lo que ordenó cesar el fuego, encendió sus proyectores y los dirigió contra los cruceros japoneses. Estos los apagaron a cañonazos y al igual que los otros cruceros sus hidros se incendiaron delatando su silueta. Un torpedo y un vendaval de fuego se abatió sobre el Quincy. Su Capitán intentó la varada en la isla de Savo, pero el Quincy ya no tenía fuerzas para llegar allí. A las 0235 fallecido Moore, Capitán del Quincy, y ordenado el abandono del buque por el oficial más antiguo, este crucero pesado se hundió. Este buque tuvo la triste desgracia de inaugurar el Iron Bottom, 15 minutos más tarde le siguió el Vincennes. Los destructores Wilson y Helm desorientados no llegaron a intervenir y después se limitaron a recoger a los supervivientes y heridos que nadaban en las aguas próximas.

Durante este segundo combate el Chokai recibió los impactos de varios proyectiles disparados por el Quincy. Aun no están claras las razones, ya sea para descentrarse o porque uno de los impactos cae cerca del puente de mando y todos ruedan por los suelos, pero el Chokai cae a estribor y los restantes cruceros que van detrás de él para no perder su tiro no le siguen, por lo que el Chokai queda patéticamente solo y para evitar ser cañoneado por sus compañeros mantuvo sus proyectores encendidos durante el resto del combate. A las 0215 se produce el silencio sepulcral en el Iron Bottom, iluminado por las piras funerarias en que se han convertido los cruceros estadounidenses. A las 0225 y tras consultar con su Estado Mayor, Mikawa ordena la retirada pues intentar reunir su formación desperdigada y dirigirse a Punta Lunga le llevaría más de dos horas, y para entonces faltaría poco menos de 60 minutos para la amanecida, con lo que los aviones estadounidenses se les echarían encima.

Esta decisión fue la que le costaría el Mando poco después, decisión ésta que fue muy criticada en su momento, pero el Almirante, en 1957 en una entrevista concedida, dijo que de saber que no había ningún portaaviones estadounidense en menos de 400 millas, habría caído sobre los transportes de Turner y los habría hundido, pero que seguía sin arrepentirse de la decisión tomada en aquel momento con los datos que disponía. Aunque Mikawa se hubiera dirigido contra los transportes fondeados frente a Punta Lunga, no hubiera cambiado en mucho el resultado final de la campaña, pues Turner había decidido abandonar a los Marines al día siguiente, como al final hizo, y el Ejército Imperial se desatendió de la lucha en Guadalcanal hasta que ya fue demasiado tarde, y mantuvo el envío de fuerzas a Nueva Guinea pero no a Guadalcanal.

Durante la salida de los cruceros japoneses del Iron Bottom, el Furutaka descubrió al Talbot y le cañoneó, pero un chubasco providencial le ocultó y le permitió llegar, aunque incendiado, hasta Tulagi. El Yunagi tras intercambiar algunos disparos con el Chicago y el Jarvis se reunió con el grupo del Furutaka y todos ellos poco después se reunieron con el Chokai. Según datos japoneses en los combates de esa noche las unidades japonesas consumieron: 61 torpedos y más de 1700 proyectiles de 203, 140 y 127 mm.

El amanecer desveló un espectáculo dantesco, el Camberra tuvo que ser rematado hacia las 0800 por los torpedos de los destructores que le acompañaban, al mediodía el Astoria se hundió. Pero no fueron los únicos en caer ese día, los aviones de la 25ª Flotilla salidos para buscar a los portaaviones de Fletcher, descubrieron al infortunado Jarvis. Este buque había sido torpedeado por lo que fue enviado a Australia sin compañía, y había dejado en Guadalcanal todos los pesos muertos incluyendo las balsas salvavidas, por lo que fue atacado y hundido sin que se salvara nadie de su tripulación.

De todas formas Mikawa no regresó del todo triunfal a Rabaul. El 10 de agosto y cerca de Kavieng el S-44, Capitán de Corbeta John R. Moore, torpedeó y hundió al crucero pesado Kako.

Los japoneses demostraron que a pesar de que no contaban con radares o radiotelémetros de tiro, en el combate nocturno todavía seguían siendo los auténticos maestros y lo seguirían siendo por algunos meses más, hasta que los estadounidenses no dominaran todavía el uso del radar y el combate nocturno. Savo supuso un auténtico jarro de agua fría para los estadounidenses, pues los japoneses les habían demostrado antes que una fuerza de superficie sin apoyo de aviación era presa fácil del poder aéreo embarcado, y ahora habían conseguido todo lo contrario: sin contar con la protección de aviones se habían aproximado a la fuerza anfibia y apunto estuvieron de conseguir una victoria rotunda. De nada vale poner los mejores medios técnicos en manos de novatos o de gente sin experiencia. Los Almirantes y comandantes estadounidenses demostraron falta de experiencia en Savo. Fletcher demostró algo más, pues cuando se avistó la fuerza de Mikawa el 7 de agosto no hizo nada para buscarla y destruirla, y pocas horas después decidió abandonar la zona de operaciones más de 48 horas antes de cuando lo debía hacer, aduciendo una excusa infantil. Saque el lector sus conclusiones. Lo cierto es que 4 cruceros pesados aliados fueron hundidos en menos de una hora de combate, el peor desastre después de Pearl Harbor.

José Miguel Fernández Gil
"Alm. Yamamoto"
alm_yamamoto@hotmail.com

[ Bibliografía ]

Luis de la Sierra, La Guerra Naval del Pacífico, Ed. Juventud

Joseph N. Mueller, Guadalcanal 1942: Los Marines devuelven el golpe, Ed. Osprey Military y Ediciones del Prado.

Enciclopedia "La Marina", Ed. Delta.

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