Acorazado Bismarck

 

Acorazado Bismarck

El Bismarck se convirtió desde su planeamiento en el símbolo de la nueva Alemania y de su potente marina de guerra, heredera de las tradiciones de la vieja Marina Imperial y con la conciencia de haber cumplido un buen papel en la anterior contienda de acuerdo a los medios disponibles.

A su botadura, el 14 de febrero de 1940, concurrieron Hitler, Raeder, Keitel, Göring, Goebbels, Hess, Ribentropp, Himmler, Bormann, Von Schirach y la mayoría de las restantes figuras capitales del régimen nazi. Dorothea Von Lowenfeld, nieta del Canciller de Hierro, fue quien bautizó solemnemente al acorazado objeto de este relato, y Hitler formuló votos para que su tripulación estuviera imbuida en el espíritu del reverenciado canciller. (Nótese que no se refirió al espíritu del partido, ya que Hitler era muy consciente de los sentimientos, mayoritariamente escépticos respecto a su régimen, de la mayoría de la oficialidad de la Kriegsmarine. De hecho en una oportunidad expresó que "tengo una marina imperial, un ejército Prusiano y una aviación nazi").


El Bismarck, símbolo del poderío naval alemán

El alistamiento

El acorazado pasó los meses siguientes junto al muelle, mientras se realizaban a bordo los trabajos de finalización, instalación de sistemas eléctricos, de maquinaria, etc. Meses después, fueron izadas a bordo las torres principales de artillería, denominadas Anton y Bruno las delanteras, (A y B) y César y Dora, ( C y D), las traseras. Cada torreta, con un peso de 1.000 ton, disparaba un proyectil de 380 mm que alcanzaba los 1000 kg. de peso.

Poco después comenzaron a arribar los últimos oficiales y tripulantes que operaban el buque, seleccionados entre los más calificados en sus respectivas posiciones.

Tras la finalización de los trabajos, el 24 de agosto de 1940 fue entregado a la marina, y tras un mes de preparativos, partió el 15 de setiembre de Hamburgo, navegando por el Elba hasta el Báltico para comenzar su período de pruebas y entrenamiento de la tripulación.

Como comandante del buque, había sido designado el Capitán de Navío Ernest Lindemann, de 45 años, el primero de su promoción como cadete y especialista en artillería.

El Plan

Existía el convencimiento en el Alto Mando de la Marina, de que hacer salir simultáneamente al Bismarck y Prinz Eugen al Atlántico por el Norte, a través del Estrecho de Dinamarca y al Scharnhorst junto con el Gneisenau por el sur, dejaría a la Royal Navy en una posición muy difícil; ya que ésta había instrumentado por entonces el sistema de convoyes fuertemente protegidos y en esa ocupación se encontraba buena parte de su flota. De poder cumplir con este plan, los británicos se encontrarían ante la disyuntiva de concentrar su flota (particularmente en lo que respecta a los acorazados), para hacer frente a la amenaza de los buques germanos, dejando el campo libre a éstos para concentrarse sobre convoyes protegidos por unidades ligeras, y, con el apoyo de los U- Boote, aniquilarlos en unas pocas horas, huyendo a continuación y esperando la oportunidad de interceptar otro, mientras las divisiones inglesas les daban caza. Dada la rapidez de los acorazados germanos, el plan ofrecía buenas perspectivas de éxito.

Pese a esto, si los británicos decidían no cooperar con este plan, (cosa inadmisible para la doctrina y tradiciones de dominio marítimo ingleses), dejando en sus puestos a los acorazados que protegían los convoyes, el comandante de la flota alemana podría coordinar sus ataques sobre un convoy determinado, haciendo que la potencia combinada de los cuatro buques fuera demasiado para cualquier escolta típica y logrando de todas formas resultados similares, aunque con algo más de riesgo para sus unidades.

Más allá de éxitos tácticos, lo que se buscaba también con este plan era tomar, al menos hasta donde los medios se lo permitieran, la iniciativa en el mar. Los alemanes podrían esperar, con cierto realismo, lograr este último objetivo por unas semanas, ya que la ausencia de buques capitales que pudieran hacer una necesaria rotación con estos otros en operaciones, forzosamente haría que la iniciativa volviera a manos británicas transcurrido ese lapso.

En esencia, éste era el plan Rheinübung, del cual, Raeder fue su principal artífice y promotor. Esta idea cristalizó cuando Lütjens arribó al puerto de Brest, el 22 de marzo de 1941, con el Scharnhorst y Gneisenau tras un exitoso crucero en el que hundió 82.000 ton de buques aliados, y que también influyó notablemente en que este oficial fuera designado para comandar la flota.

Todo dependía de que los buques surtos en Brest, pudieran operar simultáneamente con el Bismarck y el Prinz Eugen; aunque pronto se vio que esto no sería posible; el Scharnhorst debía ingresar a dique seco para repasar a fondo sus máquinas, operación que duraría por lo menos hasta junio. De todas formas, eventos anteriores a esto tirarían por la borda los esperanzas alemanas.

En los 15 primeros días de su estancia en Brest, ambos buques son atacados por unos 200 aviones y deben ser cambiados de posición, siendo amarrados al dique Norte. En esa ubicación, son fotografiados por un Spitfire de reconocimiento de la RAF el 5 de abril. Esto posibilita un nuevo ataque del Mando Costero, y uno de sus aviones logra un impacto de torpedo en la popa del Gneisenau, el que avería gravemente un eje de hélice. Las reparaciones subsiguientes mantendrían a este buque fuera de servicio por 8 meses.

En este entonces surgen las primeras discrepancias entre el Alto Mando de la Kriegsmarine. Raeder confía en que el Bismarck y el Prinz Eugen solos serán capaces de cumplir con los objetivos designados... Lütjens no es tan optimista y trata de diferir la partida hasta que el Gneisenau pudiera operar con el Scharnhorst y participar tal como estaba previsto en la operación. Finalmente el criterio de Raeder se impone y los buques se preparan para partir.

Preparativos finales y partida

Lütjens embarca en el Bismarck junto con su estado mayor, también seleccionado entre los oficiales de mayor trayectoria y reconocida capacidad. Nada se deja al azar, hay oficiales de enlace con la Luftwaffe y con los submarinos, se repasan por última vez todos los sistemas y se completan las bodegas y pañoles de municiones al máximo de su capacidad, pero no se carga combustible al máximo, esperando repostar con alguno de los buques destacados al efecto, decisión que traería aparejadas inesperadas y funestas consecuencias finalmente.

Son despachados cinco petroleros y otros dos buques con suministros diversos a diferentes posiciones en el Atlántico para abastecer a los corsarios en los primeros días de abril; pero el 23, el Prinz Eugen choca con una mina y las reparaciones suponen un nuevo retraso a la operación.

Por fin, el 18 de mayo ambos buques parten de Gydnia (Gotenhafen), con destino a Bergen, sumándoseles frente a Arkona una flotilla de barreminas y los destructores Z- 23 y Friedrich Eckhöldt.

En la bahía de Kiel se les une el destructor Hans Lody. Poco después es informado el Almirantazgo británico que dos grandes buques de guerra alemanes habían sido avistados en el Gran Belt, noticia que a estos no sorprende ya que sabían que ambos buques estaban listos para las operaciones. Los buques habían sido avistados anteriormente por un crucero sueco, el que informa a su gobierno, y este a su vez a los británicos.

En el Almirantazgo existía una expectativa al menos tan grande como en el alto mando de la Kriegsmarine sobre la primera misión del Bismarck, aunque como es lógico suponer, por motivos opuestos; ellos eran muy conscientes, no sólo del poderío del buque, sino de su significado como símbolo de Alemania, lo que agregaba ya de por sí un gran valor propagandístico a su hundimiento.

El 21 de mayo los buques alemanes fueron fotografiados por un avión de reconocimiento en el fiordo de Crimstad mientras petroleaban.

Desde Inglaterra notifican al crucero Suffolk, de patrulla en el estrecho de Dinamarca, que esté alerta, haciendo lo mismo con el crucero Norfolk el 19 de mayo

Cuando el comandante de la Metropolitan Fleet supo la presencia de los navíos germanos en Crimstad, despachó una flota compuesta por el Hood y el Prince of Wales, acompañados por seis destructores y comandada por el Almirante Holland a interceptar su probable derrotero. Sir John Tovey esperaba en Scapa Flow con su insignia en el King George V, disponiendo además de cinco cruceros y otros tantos destructores; contaba también con un importante refuerzo asignado por el Almirantazgo, el Repulse y el portaaviones Victorious; los que debían escoltar un convoy cuya salida fue cancelada al saberse la presencia en alta mar del Bismarck y el Prinz Eugen.

De momento, esto era todo lo que Tovey podía hacer, tras desplegar sus fuerzas, solo le quedaba esperar que la RAF le mantuviera al tanto de los movimientos de su enemigo; pero aquí la suerte sonríe a los germanos, empeora el tiempo y es imposible mantener la vigilancia en el fiordo por 24 horas, lo que es aprovechado por Lütjens para alcanzar el estrecho de Dinamarca; el 22 se descubre en un reconocimiento de la RAF que ambos buques abandonaron Crimstad. Tres horas después de recibir esta noticia, Tovey abandona Scapa y comienza la caza; dirigiéndose al Estrecho de Dinamarca, pero de momento, únicamente el grupo del Hood estaba en posición para interceptar a los alemanes.

El Bismarck visto desde su compañero de aventuras el Prinz Eugen

Sangrienta victoria

El 23 de mayo a las 19:22 el Suffolk divisa a solo 7 millas por su popa a los buques de la Kriegsmarine, que habían pasado inadvertidos para su primitivo sistema de radar, el que no cubría ese sector; inmediatamente el Capitán Ellis notifica a su par, el Capitán Phillips del Norfolk y coordinan sus acciones para mantener vigilados a los alemanes y orientar al grupo del Hood, el cual, avisado a las 19:39, aumenta su velocidad para interceptarlos. Por alguna inexplicable omisión, Tovey no es notificado del avistamiento hasta las 20:32, momentos en los que el Norfolk escapaba por poco a una salva bien dirigida por el Bismarck, que lo había descubierto al quedar aquel expuesto fuera del banco de niebla desde el que lo vigilaba mediante su radar.

En el momento de recibir el informe, Tovey y su flota se hallaban a 600 millas al sudeste del Bismarck, siendo imposible que pudiera apoyar al grupo del Hood en la batalla, a esas alturas inevitable.

Tovey transmitió al Hood, "confío en que el Hood los intercepte y los obligue a dar la vuelta o a navegar al sur ", en consecuencia, el Almirante Holland arrumbó al norte para cortarles el paso a los buques germanos.

Cerca de medianoche los cruceros Norfolk y Suffolk perdieron el contacto por radar con el Bismarck ya que una tormenta de nieve llenó de falsos ecos las pantallas, haciendo además imposible, (y suicida), hacer contacto visual. Obedeciendo a esta circunstancia, Holland ordena a sus destructores barrer hacia el norte para retomar el contacto y a las 00:15 da a sus buques la orden "listos para la acción".

A las 02:47 los cruceros británicos recuperan el contacto y a las 04:45 se enteran que el grupo del Hood se encuentra en las inmediaciones, avistando a estos buques a las 05:15.

A las 05:35 aparecen el Bismarck y el Prinz Eugen y los ingleses son avistados; 11 minutos más tarde, los alemanes acortan decididamente distancias para abrir fuego.

Al acortarse la distancia a 13 millas, Holland ordena abrir fuego, replicando instantáneamente los alemanes; la primera salva del Hood cayó cerca del Prinz Eugen, sin mayores efectos, los disparos del Prince of Wales cayeron a 1000 metros del Bismarck; pero los de este fueron terriblemente exactos, ahorquillando al Hood, y haciendo lo mismo los del Prinz Eugen.

El Bismarck abre el fuego contra el Hood

A partir de ese entonces, el intercambio de disparos aumenta en ímpetu y precisión, una granada del Hood cae a pocos metros de la proa del Eugen y otras a babor, por lo que el Capitán Brinkmann ordena caer a babor tras esta salva, mientras se ejecutaba esta maniobra, un proyectil de dicho barco impacta en la cubierta de botes del Hood y provoca el incendio de una caja de municiones de urgencia de 4 pulgadas AA que comienzan a explotar, lo que ocasiona varias bajas. Otras dos granadas caen a continuación en el Hood sobre las piezas de 4 pulgadas, matando a muchos artilleros. Holland ordena en ese entonces caer a babor 20 grados a fin de permitir entrar en acción a sus torres posteriores, lo mismo ordena al PoW. Holland había ordenado mantener esta posición a los efectos de ofrecer un menor blanco a las piezas de los buques germanos ya que la débil cubierta superior del Hood no resistiría un impacto directo de proyectiles como los del Bismarck, lo que a todas luces ilustra lo inadecuado de este buque para la misión encomendada. (Y la crítica disponibilidad de buques capitales en Gran Bretaña, ya que estos eran plenamente conscientes de este defecto, pues dichas cubiertas poseían un blindaje de entre 36 y 76mm !!!!)

Mientras los británicos ejecutaban esta maniobra, el comandante de la artillería del Bismarck, Capitán Schneider da la orden de disparar una nueva salva y entonces sucede lo increíble; el Hood es alcanzado por quinta vez en menos de 4 minutos, varias granadas levantan columnas de agua ahorquillando al buque inglés, pero una no lo hace; penetra directamente por una de las cubiertas superiores, (algunas fuentes indican que penetra por la chimenea), y se estima que explota un pañol principal de 4 pulgadas volándolo y haciendo explotar asimismo al pañol de 15 pulgadas. Se eleva una columna de llamas de cerca de 1000 metros, seguida por una siniestra nube de humo en forma de hongo, de la que emergían como proyectiles trozos del desdichado buque. Al disiparse la nube, se puede apreciar al Hood partido casi exactamente al medio y con ambas mitades apuntando al cielo, mientras sobre él explotaban granadas de su dotación en las alturas. En esta posición, según el informe del PoW, la torre A de 15 pulgadas disparó, (debido a un cortocircuito seguramente), la última salva del buque hacia las nubes.

Tras esto, el Hood desaparece rápidamente de la superficie, llevándose consigo 1.338 de 1.341 hombres de su dotación, únicamente sobrevivieron el guardiamarina Dundas y los marineros Tillburn y Briggs, todos de las dotaciones de cubierta.

El tiro de los artilleros alemanes se centró inmediatamente en el PoW, y la primera salva del Bismarck ya obtuvo un impacto; una granada de 15 pulgadas atraviesa el puente y explota al salir de la estructura, matando a casi todos los ocupantes del lugar. Este buque recibe a bordo rápidamente 4 granadas de 15 pulgadas del Bismarck y tres de 8 del Prinz Eugen que destruyen su puente, plataforma del compás, la grúa recuperadora de aviones, la sala de radar, equipo sonar, director de tiro secundario de proa y la mayoría de los botes... otras dos granadas impactan bajo la línea de flotación y embarca 400 toneladas de agua, una tercera penetra hasta la sala de manipuleo de proyectiles, y tras rebotar dentro de ella, queda inerte sin explotar ni herir a nadie, de haber estallado, este buque hubiera seguido seguramente la suerte de su desgraciado compañero.

La artillería del PoW se hallaba además en malas condiciones, el buque había sido entregado a la Royal Navy hacía escaso tiempo y esta aún no había sido probada a fondo cuando se presentó la emergencia que motivó su salida. De hecho había a bordo alguno técnicos civiles del astillero que hicieron ajustes en los días previos a la batalla.

Por todo esto, el Capitán Leech ordena romper el contacto mientras aún tiene oportunidad de hacerlo, protegiéndose con una cortina de humo; debe lamentar 2 oficiales y 11 clases muertos y 1 oficial y 8 clases heridos, dos de estos últimos mutilados, escasas bajas para el castigo recibido.

El Hood de la Royal Navy fotografiado en 1924

Sensaciones, decisiones, reacciones

A bordo del Bismarck se sucedían las felicitaciones a los artilleros y principalmente a su comandante; motivos sobraban: el Hood había volado, el Prince of Wales había huído, presumiblemente con graves daños, y todo en 21 minutos de combate. En el Prinz Eugen sucedía exactamente lo mismo, en ambos buques algunos hombres de las cubiertas inferiores subían a la cubierta superior para poder apreciar el espectáculo irrepetible y reconfortante para los alemanes de ver huír a un poderoso crucero de batalla inglés y apreciar los restos de otro flotando a pocos centenares de metros.

En ambos buques se repartieron raciones extraordinarias de cigarrillos y chocolate para festejar la acción y todos recordaron que al día siguiente era el cumpleaños de Lütjens, quien cumpliría 52 años, indicando que esto debería ser un regalo para él...

Los daños en el Prinz Eugen eran los habituales al disparar intensamente sus propios cañones, no obstante en el Bismarck se registraron tres impactos; uno destrozó la lancha del capitán en el medio del buque y cayó al mar por el otro lado sin haber explotado tras dañar el sistema de lanzamiento de aviones (este último hecho no sería detectado hasta poco antes del final del Bismarck)

El segundo impacto también fue en el centro del buque, penetró por una de las bandas debajo del cinturón blindado, destruyó uno de los dínamos y explotó en el cuarto de calderas número 2, provocando graves quemaduras de vapor a cinco hombres y dejando fuera de servicio sus dos calderas, causando una inundación. El tercero y más grave impacto lo recibió en la proa, del lado de babor, en el nivel aproximado a la línea de flotación. Perforó dos tanques de petróleo y destrozó las válvulas de succión, privando al acorazado de otras 1.000 ton de petróleo, saliendo por estribor finalmente sin explotar. El petróleo comienza a derramarse, dejando una delatora estela en el mar y embarcando agua de mar en los tanques.

Lindemann era de la opinión de perseguir y rematar al PoW, pero Lütjens, obedeciendo a al pié de la letra las órdenes recibidas, decide dejarlo escapar, ya que éstas ordenaban evitar combates con buques de guerra británicos y atacar los convoyes.

Las averías inquietaban a Lütjens; la proa quedó hundida de dos a tres grados y la escora a babor llegaba a los nueve, cuando esto sucedía, la hélice de estribor quedaba fuera del agua.

Corrige la inclinación ordenando inundar compartimentos de popa, aunque limitando la velocidad a 28 nudos; también le ordena al Eugen retrasarse para observar la mancha de petróleo. Pasa el Eugen nuevamente al frente y el Bismarck reduce la velocidad para que los buzos coloquen mallas para impedir la entrada de agua, aunque esto no evita que el petróleo continúe saliendo lentamente.

La capacidad combativa del Bismarck no había sido afectada, pero la pérdida de combustible imposibilitaba de momento un largo crucero por el Atlántico, como preveía el proyecto inicial; por lo que Lütjens comunica a Berlín su intención de que el Prinz Eugen continúe solo el crucero previsto y que el Bismarck se dirigiría a St. Nazaire a reparar las averías, atrayendo sobre sí a la flota inglesa, deseosa y presionada esta última a vengar al Hood. Complementariamente, una cortina de submarinos debía ser tendida para atacar a los perseguidores del Bismarck.

Mientras tanto en la flota inglesa inicialmente, y en la nación después; la noticia del hundimiento de Hood era tomada, primero con incredulidad y más tarde con profunda desazón. No fueron pocos los comandantes de buques ingleses que ordenaron se descifrara en más de una oportunidad el mensaje radiado por el Contraalmirante Wake-Walker a bordo del Norfolk, de que el Hood había explotado, considerando que había sido erróneamente interpretado. Difícilmente creíbles resultan las afirmaciones de Churchill en sus memorias, de que cuando fue despertado para darle la noticia por parte de su secretario, se volvió a dormir al poco rato convencido de que el Bismarck sería pronto destruido ... por si fuera poco, no fue posible ocultar al público dicha pérdida ya que el ministerio de Goebbels radió al mundo de inmediato la noticia, no dejando más remedio a la BBC que hacer lo propio en un lacónico comunicado.

La tragedia del Hood galvanizó si en algo faltaba, la decisión británica de aniquilar al Bismarck; todos los acorazados que estaban en posición de acercarse e interceptar al buque germano en un tiempo razonable, fueron llamados a situarse en sus posibles derrotas, conminándolos a abandonar la tarea que tuvieran en ese entonces, ya fuera patrullaje o escolta de convoyes. Los ingleses echaron toda la carne en el asador, hasta a los viejos y decididamente inferiores Ramillies y Revenge se les ordenó aproar a una zona desde la que pudieran interceptarlo; al contraalmirante Wake-Waker se le ordenó que mantuviera el contacto con el Bismarck aunque eso significara que sus cruceros se quedaran sin combustible. (A esta altura, al Norfolk y Suffolk se les había incorporado el averiado Prince of Wales); La fuerza H zarpa de Gibraltar al mando del vicealmirante Sir James Sommerville, con el Ark Royal y el Renown. En resumen, siete acorazados y cruceros de batalla, dos portaaviones, once cruceros y veintiún destructores, además de numerosos aviones de todo tipo, fueron lanzados decididamente a vengar al Hood.

En el alto mando de la Kriegsmarine se debatía qué hacer tras recibir el mensaje de Lütjens indicando sus planes; no quedaba claro en el mensaje si éste pensaba en poner rumbo directamente a Francia o lo iba a hacer tras repostar en medio del Atlántico y liberarse de sus perseguidores. Raeder fue partidario de dejar la decisión en manos de Lütjens, ya que según él, era quién estaba en mejor posición para juzgar las alternativas.

El plan de Lütjens era que cuando se presentara un chubasco, el Bismarck pondría rumbo Oeste, debiendo seguir el Eugen con su rumbo actual por tres horas, y navegar luego hacia los buques tanques Belchen o Lothringen, situados al Sudoeste de Groenlandia, completar su dotación de combustible y comenzar sus operaciones contra el tráfico marítimo inglés; la contraseña para ejecutar esta maniobra fue llamada Hood.

Bien avanzada la tarde del 24, el Bismarck ejecutó la maniobra preestablecida, atacando simultáneamente a sus perseguidores con el objeto de distraer a los ingleses y permitir al Eugen escapar; objetivo que logra ampliamente, pues dicho buque arriba sin mayores contratiempos a Brest diez días más tarde.

El Almirante Tovey, a bordo del King George V era plenamente consciente de que un encuentro artillero con el Bismarck podría acarrear para sus buques tremendos daños, considerando la experiencia del Hood, por lo que ordena hacia las 22:00 un ataque con aviones Swordfish del Victorious, que ya se encontraba a distancia de lanzamiento.

Dicho ataque se lleva a cabo pasada la medianoche con 8 torpederos y 6 Fulmar; obteniendo únicamente un impacto de torpedo en el cinturón blindado del coloso germano, el que no causa daños, aunque si la primera baja mortal del acorazado, un contramaestre es lanzado contra una viga del hangar de hidroaviones y se destroza el cráneo, también tres aviadores son lanzados por el aire y se rompen las piernas. Los británicos pierden dos Fulmar que debieron amerizar por acabárseles el combustible, aunque la tripulación de uno fue rescatada.

Juego del gato y el ratón

A bordo del Bismarck, hacía rato ya que cundía el desánimo en lo referente a los cruceros de Wake-Walker; los alemanes habían tomado conciencia de la efectividad de los radares ingleses, todos los intentos de evadir a sus vigilantes habían fallado, excepto en el caso del Eugen.

En la madrugada del 25, la sala de hidrofonía informa a Lütjens que no hay barcos ingleses por el lado de estribor, y que los cruceros mantenían un rumbo en zigzag que los alejaba bastante del buque germano. El comandante alemán ve su oportunidad de escapar y la aprovecha. Sobre las 03:00 Lindemann ordena caer a estribor y aumentar la velocidad en el momento en que la maniobra de zigzag de los ingleses los alejaba por babor, describiendo un círculo que, tres horas más tarde le llevó a cortar su estela y la de sus perseguidores.

A bordo del Suffolk, último buque que perdía en su radar al Bismarck en la maniobra "hacia fuera", los operadores no se inquietaron particularmente ya que era lo esperado, retomarían el contacto 15 o 20 minutos más tarde, en la maniobra "hacia dentro"... sobre las 04:00, al no captarlo, el Suffolk aumenta la velocidad, pero continúa con rumbo Oeste, hacia donde pensaban los ingleses que el buque se habría alejado y este no aparece. Hacia las 05:00 el Capitán Ellis debe radiar el mensaje de que habían perdido contacto con el enemigo.

De todas formas, a bordo del Bismarck, la creencia seguía siendo de que eran perseguidos todavía por los buques de Wake-Waker, por lo que hacia las 7 de la mañana envía un mensaje indicando que "un acorazado y dos cruceros pesados mantienen contacto", seguido por otro largo mensaje sobre la batalla con el Hood, los daños recibidos, la eficiencia del radar inglés y la desconfianza en el propio. Solo es dable suponer por qué Lütjens creyó que aún era seguido ya que no sobrevivió nadie de su estado mayor: es probable que la fuerza de las emisiones de radio de la fuerza de Wake-Waker le hiciera creer que estaban más cerca de lo que en realidad era, pero es solo una conjetura. En todo caso los mensajes son captados por varias estaciones radiogoniométricas en toda Gran Bretaña y es ubicada la posición del buque germano, dándose cuenta los ingleses de que estaba más hacia el Sur-este de la última posición indicada.

A bordo del King George V las marcaciones son interpretadas erróneamente y durante el resto de la mañana y parte de la tarde, la flota de Tovey se aleja continuamente del acorazado alemán. Cuando el error es detectado, Tovey ordena a los buques que aún tenían combustible poner proa a Brest, pero ya había perdido un tiempo precioso y 150 millas lo separaban de la popa del Bismarck, por si fuera poco, se acercaba a zonas en que se sabía habían submarinos alemanes operando y los ingleses no tenían contacto visual con el buque alemán, solo podían estimar su derrota en base a la detección pasada...

Golpes de suerte

A bordo de un Catalina cedido por los EUA a Inglaterra, mediante la Ley de Préstamos y Arriendos, se divisa a las 10 del día 26 una gran sombra oscura sobre el mar, pocos minutos después, ésta toma la forma de un gran acorazado... el Bismarck es detectado a 690 millas de Brest, y ya no volvería a ser perdido por los ingleses.

Los sentimientos de Tovey deben de haber sido encontrados, sabía donde estaba el buque alemán, pero también que si no lograba reducir su velocidad de alguna forma, no podría hacer mucho para destruirlo con sus acorazados, pues el King George V se hallaba a 135 millas al Norte y el Rodney a 125 al Noreste. Aún así, los ingleses tenían una buena baza para jugar, la Fuerza H se hallaba a 100 millas del Bismarck, entre él y Brest; compuesta por el Ark Royal, el Renown y el Sheffield, y a distancia de lanzamiento de los aviones del portaaviones.

Sommerville ordena lanzar los Swordfish y a las 9 despega una escuadrilla con misión de ubicar al acorazado, cosa que hacen sobre las 10:30. Otros dos aviones, equipados con tanques para gran radio de acción habían sido lanzados para mantener el contacto y los 8 del primer lanzamiento son llamados para equiparlos con torpedos.

Sommerville, a bordo del Renown, envía hacia las 13.45 al Sheffield hacia el Bismarck con el objeto de mantener el contacto con el acorazado, despachando un mensaje al Ark Royal indicando este movimiento. Por desgracia para los británicos este mensaje es dejado entre los que esperaban ser descifrados, lo que casi provoca para el crucero pesado una tragedia.

A las 14:50 despega el avión del Capitán de Corbeta Stewart-Moore, comandante de la escuadrilla que atacaría al barco alemán, y en contados minutos lo hacen el resto de sus hombres. En total quince aviones se elevan cargando torpedos regulados a 9 metros y equipados con espoletas magnéticas, en ese entonces los británicos aún desconocían si se trataba del Bismarck o el Eugen; fuera cual fuera, estaban decididos a no dejarlo escapar, y Sommerville sitúa el Renown entre el navío alemán y Brest, presto a combatir si el ataque torpedero fallaba y no era posible reducir la velocidad del enemigo para permitir la aproximación de los buques de Tovey. Difícil decisión si se comprobaba que del Bismarck se trataba, ya que su barco, contemporáneo en su construcción del Hood, adolecía de los mismos defectos y contaba con un blindaje aún menor. El Almirantazgo, consciente de esto, le ordena no empeñar su buque hasta que el Rodney y el King George V hubieran atacado y dañado al coloso germano, no estaban dispuestos a que se repitiera la historia del Hood.

Sobre las 16 hs un oficial de comunicaciones entra precipitadamente al puente del Ark Royal con el mensaje indicando la presencia del Sheffield en las cercanías del Bismarck; los oficiales ingleses deben de haber sentido un escalofrío al saber la noticia, porque los aviadores al partir lo hicieron con referencias claras de que el único buque en el sector del ataque era el barco alemán. El Capitán Maud, comandante del portaaviones ordena se envíe un mensaje con la noticia a los aviones, que por ese entonces deberían estar por atacar, si es que no lo habían hecho ya, indicando que no perdieran tiempo en cifrarlo.

A bordo de los buques ingleses los minutos transcurrían como una agonía, esperando las noticias del ataque torpedero de los viejos biplanos; las preocupaciones de Tovey y Sommerville eran algo diferentes. Tovey podría mantener la persecución hasta medianoche con el King George V, si para ese entonces aún no se había logrado reducir la velocidad del buque germano, debería volver por falta de combustible; el Rodney podría mantenerla hasta las 8 del día siguiente sin su escolta de destructores y también debería poner proa a puerto. Sommerville podría eventualmente intentar combatir con el Renown, pero ya sabemos de su inferioridad y por si fuera poco era suicida entablar una persecución más extensa con el Ark Royal, ya que al día siguiente el buque germano estaría bajo la protectora sombrilla de la Luftwaffe...

La única fuerza que se aproximaba para reforzar a la suya era una flotilla de destructores al mando del famoso Capitán Phillip Vian, que había sido separada de un convoy de tropas al que escoltaba.

A bordo del buque insignia de Tovey se recibió un escueto mensaje originado en el Rodney a las 18:30 de parte de Sommerville que casi tira por la borda el resto de esperanzas que les quedaba a los ingleses: "del comandante de la Fuerza H al Comandante de la Flota, estimo ningún impacto". Los ingleses se preguntaron por qué habían fallado los aviones tan estrepitosamente.

Los aviones del Ark Royal a los 40 minutos tras el despegue, detectaron en los radares que habían sido montados recientemente en algunos de ellos, a un gran buque al frente y al no saber de la presencia del Sheffield en la zona, se prepararon para atacar.

A bordo del crucero el capitán se percató de que su buque había sido confundido con el Bismarck y ordenó maniobras evasivas, ordenando asimismo a sus artilleros no abrir fuego.

Solo tres pilotos se dieron cuenta de que el buque que atacaban no era el acorazado alemán, pero el resto lanzó sus peces de acero; por fortuna para los británicos, tres explotaron al tocar el agua y el resto pudo ser evitado. En el viaje de retorno a su buque, los abatidos aviadores recibieron el mensaje "cuidado con el Sheffield"...

Pese a algún incidente menor, todos los aviones apontaron sin novedad en el portaaviones y se ordenó preparar una nueva salida para una hora más tarde. De alguna manera, el fallido ataque tuvo una consecuencia positiva para los ingleses: las espoletas magnéticas demostraron poseer imperfecciones y fueron sustituidas por espoletas de contacto y Sommerville indicó a Tovey que la segunda fuerza de ataque saldría a las 18:30. Por ese entonces, en las inmediaciones también se encontraba la escuadrilla de destructores de Vian, el que, al saber del avistamiento por parte del Catalina, decidió por cuenta propia acercarse al Bismarck sin cumplir las órdenes de integrarse a la fuerza de Tovey. Estos destructores jugarían un importante papel en la batalla que se aproximaba.

A las 19:10, el Ark Royal comienza a lanzar los aviones que integrarían la fuerza de ataque, esta vez al mando del capitán de Corbeta Tim Coode. Les esperaba un corto viaje, pues el buque germano se encontraba solo a 38 millas de distancia.

Pese al intenso fuego defensivo del Bismarck, los aviones atacaron valientemente y en algunos casos, se vieron obligados a interrumpir sus ataques, trepar nuevamente a las nubes y repetirlos por haber salido de ellas en posiciones no muy adecuadas para atacar. El ataque duró desde las 21 a las 21:30 aproximadamente; realizado por secciones y desde ambas amuras, aunque no simultáneamente.

Inicialmente, el ataque no pareció tener ningún resultado, y así fue comunicado a Tovey; pero a bordo del Sheffield, se vio aparecer al Bismarck súbitamente a través de un banco de niebla, y de inmediato el crucero inglés es objeto de varias andanadas que ponen fuera de servicio al radar y le ocasionan varias bajas, entre ellos tres muertos. El Capitán Larcomb pone distancia entre ambos buques y radia el nuevo curso del buque alemán; minutos más tarde, aparece en escena la flotilla de destructores de Vian.

Gotterdämerung

Tras los interrogatorios a los pilotos ingleses, se informa de un impacto en mitad del buque y de otro probable en el cuarto de estribor y se preparan los aviones para un tercer ataque al amanecer, indicándose además, que tras este ataque no se dispondrían de más torpedos a bordo.

En tanto, a bordo del King George V, Tovey estaba desconcertado, informes de los Swordfish que seguían al Bismarck y también del Sheffield le llevaron primero a creer que el barco alemán había realizado un círculo completo para esquivar los torpedos... pero sucesivos informes indicaban que seguía repitiéndolos, y lentamente los ingleses comprendieron que a bordo del Bismarck habían graves problemas y renació la esperanza.

Uno de los torpedos lanzados por los aviones había impactado a unos 6 metros de profundidad, abriendo un agujero en los compartimentos de los sistemas de dirección cuando el buque navegaba a 26 nudos con los timones a 15 grados a babor. Cuando Lindemann ordena poner timón a la vía, estos no responden. Los alemanes no lo sabían en ese entonces, pero tenían las horas contadas.

Los hombres de Lindemann realizaron frenéticos intentos de destrabar los timones, las tres hélices no tenían averías, pero la sala de máquinas de babor estaba inundada, entraba agua al buque también por donde estaban situados los hidrófonos de popa. Debían primero ingresar al compartimento principal de los sistemas de dirección, que se encontraba completamente inundado, desembragar el motor y luego penetrar en el igualmente inundado compartimento de dirección manual, para conectar este sistema. El agua del compartimento de máquinas de babor fue achicada y se logró detener la filtración a través de donde se hallaban los hidrófonos, se apuntalaron mamparos y tres hombres se aproximaron a la escotilla blindada del compartimento principal del sistema de dirección, entre ellos se encontraba el Capitán de Corbeta Walter Lehmann, el Jefe de Máquinas, quien estaba a cargo de la crucial tarea.

Al abrir la escotilla, el agua penetró a raudales en el pasillo; al levantarse la popa, fue expulsada nuevamente al exterior por el gran boquete que había dejado el torpedo, repitiéndose este ciclo con cada movimiento del buque, por lo que no les quedó a los hombres de Lehmann otra alternativa que asegurar la escotilla y desistir de la tarea; era imposible trabajar en esas condiciones.

Se sugirió que un buzo se acercara por fuera del buque para volar con explosivos los timones, pero el estado del mar hacía imposible esta tarea, incluso algún buzo se ofreció para encarar esta misión, dando su vida en la empresa, pero corrían el riesgo de dañar también las hélices y la situación sería aún peor. Lindemann desde el puente intentó gobernar con las hélices solamente el buque, pero tampoco fue posible. Minutos más tarde, aparecen en escena los destructores de Vian.

Tovey mientras tanto, ordena a Sommerville que sitúe la Fuerza H a 20 millas al Sur del Bismarck, y con la suya propia se sitúa al Noreste, de forma de seguir entre el buque germano y Brest.

La escuadrilla de destructores de Vian se ubican de forma de rodear al herido buque, el plan del Capitán era de efectuar un ataque con torpedos en horas de la noche, cuando con mayores posibilidades de salir indemne contaba. Unos de sus buques, el polaco Piorun, mantuvo de hecho un intercambio artillero durante varios minutos con el Bismarck con sus cañones de 4,7 pulgadas.

A las 11,24, Vian ordena a sus buques tomar posiciones para un ataque con torpedos y poco más tarde se lanzan a la carga. El ataque dura aproximadamente una hora, pero no se obtienen impactos, en ese entonces, fuertes vientos y olas de 15 metros hacían muy difícil para los pequeños destructores realizar un ataque de estas características con éxito, ya que deberían acercarse a 1.000 metros o menos para el lanzamiento y serían blanco fácil para los cansados pero todavía muy eficientes artilleros del Bismarck. Los destructores se mantienen en las inmediaciones hasta entrado el día, cuando el Maorí lanzó sus últimos dos torpedos a las 07:00.

En el Bismarck entre tanto, los preparativos para la batalla que se avecinaba hacía rato que habían terminado, Lütjens había radiografiado los daños en el buque al Alto Mando de la Kriegsmarine y este le había prometido que varios submarinos llegarían a protegerlo y que un buque abastecedor ya se encontraba en camino para suministrarle petróleo. La tripulación incluso creía que los aviones de la Luftwaffe estaban en camino para establecer una sombrilla protectora sobre sus cabezas.

Hacia las 05:00 se da la orden de preparar el hidroavión para el lanzamiento, Lütjens quería enviar a Raeder la bitácora del buque, así como una película del hundimiento del Hood tomada por el camarógrafo Dreyer y notas del corresponsal de guerra Hanf. Los pilotos al dirigirse a su avión, fueron abarrotados de papelitos con breves mensajes de despedida de los tripulantes cercanos que se dieron cuenta de lo que sucedía, y muchos aprovecharon para enviar una última línea a casa. En el momento en que se acciona el mecanismo para disparar el avión por el riel de la catapulta nada sucede, es disparada nuevamente y lo mismo... los técnicos la revisan y tras unos minutos entregan su desconsolador veredicto: es imposible de reparar en ese momento. El proyectil que destruyó la lancha del Capitán, también averió la tubería principal de aire comprimido, lo que no había sido notado hasta entonces. El avión es arrojado por la borda para evitar un riesgo de incendio y los pilotos bajan a cambiarse y esperar su destino junto con los otros tripulantes.

El combate final fue iniciado por el Rodney hacia las 08:47, un minuto después se unían al concierto las baterías del K. George V; el Bismarck abre fuego también dos minutos más tarde tomando como blanco al Rodney, al que ahorquilla en la tercera salva.

El crucero Norfolk abre fuego también a las 08:54, a una distancia de 20.000 metros y aproximadamente en ese entonces la artillería secundaria del Rodney también abre fuego...

La eficacia artillera del Bismarck comienza a decrecer notoriamente en este punto, en desigual combate con tres naves, dos de ellas de potencia artillera similar a la suya e incapacitado de maniobrar libremente, esto era de esperar. Minutos más tarde, también el Dorsetshire comienza a disparar sobre el sentenciado buque germano.

Las distancias caen rápidamente y la furia de los disparos británicos demuelen implacablemente al Bismarck, provocando a bordo una carnicería entre las dotaciones artilleras que ocupaban las cubiertas superiores. La torre A estaba inutilizada, la parte posterior de la torre B había volado, en la torre C uno de los tubos había volado y por si fuera poco, el control principal de tiro estaba destruído desde las primeras salvas..... a una distancia de unas 4 millas, los buques británicos comienzan ahora a lanzar torpedos para rematar al buque que tantos desvelos les causara desde hace una semana.

A las 10:00 el Bismarck ya era un despojo flotante, con prácticamente todos sus cañones silenciados y hecho un colador, con varios incendios incontrolables a bordo, pero aún con la bandera de combate izada, por lo que el implacable castigo continúa sin pausa. Minutos más tarde, los ingleses divisan varios tripulantes que saltan por la borda, y como el derrelicto ya no respondía sus disparos, Tovey ordena cesar el fuego... y retornar a su base, ya que no tenía casi combustible, ordenando asimismo que todos aquellos buques que aún tuvieran torpedos, se acercaran para rematarlo.

Minutos antes, el oficial sobreviviente más antiguo, el Capitán de Fragata Oels, oficial ejecutivo, daba la orden de preparar la voladura del barco y abandonarlo. Este oficial asumió el mando al comprobar que el puente estaba completamente destruído y suponiendo muertos a Lütjens, Lindemann y los oficiales de estado mayor, algunos tripulantes aseguraron más tarde haber visto a Lindemann, seguido de su ayudante, pasearse entre los restos destrozados del puente y saludar a la bandera cuando el barco desaparecía bajo las aguas.

Los buques de Vian ya no poseían ningún torpedo a bordo, en el Rodney se habían disparado los últimos hacia algunos minutos, al igual que el Norfolk; solamente al Dorsetshire le quedaban tales artefactos y se aproxima a cumplir la orden. Desde una distancia de 1,5 millas por estribor dispara dos torpedos y posteriormente un tercero por babor a igual distancia, obteniendo tres impactos. Algunos minutos más tarde, el Bismarck desaparecía para siempre entre borbotones de espuma, dejando en la superficie a varios cientos de marinos alemanes, desesperados entre las turbulentas aguas. Para estos hombres, la prueba aún no había terminado, les quedaba nadar cientos de metros en las heladas y encrespadas aguas hasta alguno de los buques británicos que se encontraban en las inmediaciones para tratar de ser rescatados.

El Dorsetshire rescató a 80 hombres y el Maorí a unos 20, cuando el oficial de navegación del primero divisó una descarga de exhalación de humo en el mar, a unas 2 millas de distancia; los ingleses pensaron de inmediato que se trataría de algún submarino alemán. Inmediatamente los capitanes de ambos buques, a la sazón, los únicos que se encontraban efectuando tareas de rescate, ordenaron dar avante toda, ya que sus buques inmóviles en el océano, eran blancos perfectos. Los hombres que se encontraban casi a bordo fueron izados y los que se encontraban colgando más abajo aguantaron hasta que cedieron sus fuerzas y fueron cayendo; para los cientos de alemanes que flotaban a merced de las olas, ahora no quedaba salvación, las heladas aguas fueron cobrando lentamente sus vidas hasta que no quedó ninguno.

Por parte alemana, el U-74, que se encontraba en las inmediaciones rescató a cinco supervivientes, y el buque meteorológico Sachsenwald otros dos, eso fue todo. El crucero español Canarias partió de El Ferrol con misión de salvamento, pero solo pudo divisar cadáveres, de los que subió cinco a bordo para comprobar sus discos de identidad.

El 28 de mayo la Luftwaffe envió de sus bases en Francia una gran fuerza de bombarderos para atacar la flota de Tovey, pero no la hallaron, y solamente lograron bombardear a los destructores Tartar y Mashona, que navegaban a 12 nudos por escasez de combustible, logrando hundir al primero con 1 oficial y 45 tripulantes muertos.

El 7 de junio, el comando de la marina alemana recibió los nombres de 102 hombres capturados por los británicos, sumados a los siete que ellos mismos habían rescatado, eran todos los supervivientes de los 2.092 tripulantes de este magnífico buque. (Algunos autores dan la cifra de 115 supervivientes)

Naúfragos del Bismarck son rescatados por la Royal Navy

Repercusiones

En Inglaterra, la sensación al conocerse la noticia fue, salvo excepciones, más de alivio que de alegría; para los británicos era imposible olvidar que ese buque había hundido el Hood hacía algunos días.

En Alemania en tanto, las repercusiones del hundimiento fueron duraderas, Hitler no quiso arriesgar a ningún buque de superficie importante en incursiones oceánicas en medio del Atlántico y restringió gravemente la independencia de la Kriegsmarine en ese sentido; las iniciativas del Alto Mando de la Kriegsmarine y de Raeder personalmente fracasaron rotundamente. Las órdenes del Führer fueron que los barcos "no se expongan a ningún riesgo inútil", y que no se podían emprender con ellos acciones de ningún tipo sin su aprobación.

Dönitz en sus memorias indica que el hundimiento del Bismarck demostró que el tiempo de las operaciones de las grandes unidades de superficie había terminado y de hecho, más tarde, un memorándum suyo en ese sentido provocaría una crisis entre el almirantazgo alemán y Hitler, quien compartía la opinión de su almirante preferido, el cual, dadas las circunstancias de absoluto predominio de la marina y aviación inglesas, sumado a sus avances en el campo del radar, tenía toda la razón. Es evidente a esta altura de los acontecimientos que Hitler lanzó a la Kriegsmarine a una aventura para la que no estaba en absoluto preparada.

Apuntes finales

Mucho se ha debatido sobre la actitud que debió haber seguido Lütjens tras el hundimiento del Hood, la más popular de ellas es que debió haber rematado al averiado PoW y retornado a Alemania, o eventualmente a Brest... o hasta seguir con su prevista operación contra el tráfico mercante. Personalmente me adhiero a la primera de las teorías; pero no debemos olvidar que las órdenes del Almirante eran otras: solo combatir contra unidades de superficie si era absolutamente inevitable. Luis de la Sierra en su libro "La Guerra Naval en el Atlántico" resalta el hecho de que hundir al PoW era menos relevante para los alemanes que dislocar el tráfico mercante inglés. Tal vez, es cierto que finalmente los británicos sin duda repondrían al PoW con alguno de sus otros acorazados; pero la gran mayoría de los que tenían en actividad en ese entonces eran de cierta antigüedad y no muy equiparables al Bismarck, salvo los de la clase King George V, y el impacto de esto en una flota sobrecargada de misiones como la británica, no dejaría de tener un efecto de cierta importancia, más allá de lo propagandístico.

Si hay dos errores que sin duda pueden ser achacados a Lütjens y que tuvieron incidencia fundamental en el hundimiento de su buque estos fueron:

1) el no haber repostado a tope combustible en su escala en Noruega, como si hizo el Eugen. Considérese que el Bismarck no partió con su dotación de combustible al máximo y había consumido unas 1000 ton hasta el fiordo de Crimstad. El haber repostado le habría permitido ir a máxima velocidad a Brest, dejar atrás a sus perseguidores (Norfolk y Suffolk), y estar a 300 millas más cerca de dicha base al momento del ataque del Ark Royal -si es que este se hubiera podido llevar a cabo bajo la sombrilla aérea de la Luftwaffe-;

2) los mensajes que mandó al Alto Mando de la Kriegsmarine cuando debió haber conservado absoluto silencio de radio, aunque considerara que aún era seguido. Qué factores consideró Lütjens al tomar estas decisiones es solo dable suponer, ya que ni él ni ningún integrante de su estado mayor sobrevivió a la batalla.

Los ingleses por su parte, cometieron errores de toda clase en la cacería al Bismarck; desde Holland, que con su aproximación no permitió a sus buques utilizar toda la artillería disponible, hasta la de los oficiales de Tovey que transpolaron mal las marcaciones de los mensajes de Lütjens que proporcionaron las estaciones radiogoniométricas que indicaban la posición del acorazado alemán, haciendo que durante algunas horas la flota fuera en la dirección equivocada. La imprevisión en cuanto a determinados aspectos de la guerra en alta mar tampoco fue patrimonio exclusivo de los alemanes, estos tenían bien resuelto el tema aprovisionamiento de municiones y combustible lejos de sus bases mediante "buques fantasma" , (la necesidad obliga), ubicados en lugares apartados del océano; los ingleses en cambio, estaban excesivamente confiados en su capacidad de aprovisionarse en bases (suyas o neutrales), de las que por cierto, tenían docenas en el Atlántico, lo que derivó en que no hubiera buques aprovisionadores inmediatamente dispuestos a partir con la flota y prolongar de esta forma su radio de acción. Tovey se vio en la triste circunstancia de despedir varios buques de todo tipo por escasez de combustible. (Al Tartar cuando llegó a Londonderry tras rescatar a los supervivientes del Mashona le quedaban 5 ton de combustible en los tanques; a bordo del King George V se vivió una situación similar). El Prince of Wales entró en batalla cuando aún no había completado sus pruebas finales y tuvo problemas de todo tipo, el grave defecto del blindaje en la cubierta superior del Hood estaba diagnosticado desde la batalla de Jutlandia, una reforma estaba prevista desde marzo de 1939 pero por la llegada de la guerra nunca se llevó a cabo.

Los errores británicos solo pudieron ser compensados con la abrumadora superioridad de buques y aviones de que disponían... y de su buena suerte al obtener el impacto que condenó al acorazado alemán.

Un punto interesante es el hecho de que los marinos británicos hayan mantenido el fuego por varios minutos tras los últimos disparos de su adversario, cuando los marineros alemanes trataban de abandonar el buque; estos se justifican argumentando que el Bismarck aún no arriaba bandera como señal de rendición... bueno sería saber si existía posibilidad material de hacerlo. Mas allá de esto, es innegable que ya no contestaba sus disparos y que los observadores de artillería sin duda verían a los marinos alemanes abandonando el buque, Ludovic Kennedy en su libro "Perseguido" da a entender que cuando esto se hizo evidente los ingleses cesaron el fuego. Tras la guerra, el capitán Von Ruckteschell del corsario alemán Widder, fue condenado a 10 años de trabajos forzados por haber mantenido innecesariamente el fuego durante 8 minutos sobre tres mercantes británicos con artillería de defensa que se resistieron a su captura.

Dos hechos curiosos

El copiloto del avión Catalina que divisó al Bismarck era en realidad norteamericano, el Alférez Leonard Smith se encontraba a bordo vistiendo uniforme de la U.S. Navy, ya que por la Ley de Préstamos y Arriendos algunos de estos aviones habían sido transferidos a los británicos y algunos pilotos fueron comisionados para enseñar a los ingleses a volarlos, este hombre fue quien avistó al buque germano.

El submarino U-556, al mando del Teniente de Navío Herbert Wohlfarth, se hallaba en Hamburgo cuando se realizaban los ajustes finales tras las pruebas iniciales antes de su aceptación definitiva por parte de la marina alemana del Bismarck en febrero de 1941; y se les ocurrió solicitar a la banda del acorazado que tocara en la ceremonia de "padrinazgo" del submarino, ya que este había sido apadrinado por el distrito de Bergischland. En compensación entregaron al Capitán Lindemann un documento que certificaba el "padrinazgo" del Bismarck por parte del submarino alemán, con la promesa de protegerle en los mares...

El 25 de mayo el U-556 retornaba de una patrulla con un solo torpedo a bordo, tras el ataque al convoy HX-126 y detecta un barco rezagado; se trataba del Darlington Court, de 5000 toneladas. En las maniobras para atacarlos, el navegante del submarino le sugiere a Wohlfarth guardar el torpedo para algo más interesante, y tras pensarlo unos segundos, se decide el Capitán por pájaro en mano... horas más tarde comunica a su base en Francia que retorna a puerto.

En la tarde de ese mismo día, desfilaría ante él, sin escolta de destructores y sin efectuar maniobras de zigzag el Ark Royal, con los aviones Swordfish que minutos más tarde lograrían el impacto fatal en el Bismarck todavía en cubierta... según el diario de navegación del submarino, en una posición ideal para torpedearlo, tanto a él como a al Rodney que lo acompañaba. La promesa hecha en broma a Lindemann estuvo muy cerca de cumplirse.

Dos visiones no muy diferentes

"No podemos tener una clara idea de la situación de acuerdo a sus mensajes. El Bismarck debe ser hundido a cualquier costo y si para ello es necesario que el King George V permanezca en la escena, deberá hacerlo, aunque ello signifique luego la necesidad de remolcar al King George V."

Winston Churchill durante la noche del 26 de mayo. (Ver Nota 1)

"Incluso tras la pérdida del Bismarck, el resultado habría sido de dos bajas británicas por una alemana..." (Ver Nota 2)

Adolf Hitler a Raeder, en la conferencia entre ambos tras el hundimiento del acorazado, cuando Hitler le reprochaba al Almirante el hecho de que Lütjens no haya hundido al PoW, aunque eso representara un encuentro con otras fuerzas superiores.

Características Técnicas del Acorazado Bismarck

Puesta en Quilla: 1-07-1936 - Terminado: 14-02-1939 - En servicio: 28-08-1940

Desplazamiento standard: 41.700 ton - Desplazamiento a plena carga: 50.900 ton

Eslora: 251 mt - Manga: 36 mt - Calado: 10,20 mt

Propulsión: Turbinas de engranajes B&V/Brown-Boveri, 12 calderas Wagner, 3 hélices

Potencia: 150.200 HP - Velocidad: 30 nudos

Protección: Cintura: 320 a 220 mm - Cubiertas: 50 + 80 a 120 mm - Barbetas: 340 a 220 mm

Torres: 360 a 180 mm - Torre de mando: 350 a 220 mm

Armamento: 8 x 380/47 mm - 12 x 150/55 mm - 16 x 105/65 mm AA - 16 x 37 mm AA - 12 x 20mm AA

Dotación: 2092 tripulantes


Notas:

1- "Perseguido", Ludovic Kennedy. Emecé Editores, Buenos Aires 1975, primera edición, pág. 275.

2- "La Epopeya de la Kriegsmarine", Cajus Bekker. Luis de Caralt, Barcelona 1974 Primera edición, pág. 215.

Artículo relacionado: Sección y blindaje del Bismarck

Jorge Panuncio
jorgepanuncio@yahoo.com.ar

Bibliografía:

Kennedy, Ludovic: “Perseguido”. Emecé, 1975 (Buenos Aires)

Bekker, Cajus: “La Epopeya de la Kriegsmarine”. Luis de Caralt, 1974 (Barcelona)

Bekker, Cajus: “Lucha y Muerte de la Marina de Guerra Alemana”. Luis de Caralt, 1959 (Barcelona)

De la Sierra, Luis: “La Guerra Naval en el Atlántico”. Juventud, 1995 (Madrid)

Grenfell, Russell: “El Episodio del Bismarck”. Editorial Diana, 1954 (México)

Churchill, Winston S.: “La Segunda Guerra Mundial. Tomo II, Su hora más gloriosa”, Ediciones Peuser, 1952 (Buenos Aires)

Jahrbuch der Deutschen Kriegsmarine 1938. Von Breitkopf & Härtel, Leipzig 1938.

Jahrbuch der Deutschen Kriegsmarine 1939. Von Breitkopf & Härtel, Leipzig 1939.

Köhlers Flotten Kalendar 1938. Köller, Minden, 1938.

Burguess, M.W., Mech A.M.I.: “La Armada de Guerra al Día”. Editorial Nova, 1944 (Buenos Aires)

Humble, Richard: “La Flota de Alta Mar de Hitler”. San Martín, 1977 (Madrid)

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